miércoles, 17 de diciembre de 2008

Final de la primera parte


Se terminó esto, al menos la primera mitad. Parece un cuento cuando pienso en aquel 2 de Agosto. Un día para el olvido. Fue ayer mismo. Hemos hecho cosas que ya y para siempre son parte de nuestra memoria. Yo me quedé con ganas de hacer otras muchas. Esas también quedarán para siempre. Es corrosivo y rencoroso el arrepentimiento. Hoy volví a examinarme pero olvidé registrarme. Aquí es necesario hacerlo 10 días antes de cada prueba. 2 chinos, 1 alemán y yo hemos tenido que esperar media hora en una sala mirándonos las caras. Parecían los momentos previos a los juicios de Núremberg. Tras 2 meses compartiendo clase con estos jóvenes jamás habíamos mediado palabra. Comenzamos a hablar, reímos, nos reímos de este sistema absurdo. Una vez dentro he inventado una historia insólita a base de ecuaciones y palabras quebradas en inglés. Sobre el papel un pelotón de expresiones matemáticas trataban de hallar alguna lógica que zanjase el problema. Nunca me pidieron opinión, es más, se burlaban de mi rostro aséptico. Finalmente intervine. Las mandé callar de un tachón. Ahora estarán pudriéndose en la basura, aunque el potencial macrocanónico seguirá con sus carcajadas de exaltado. Vi salir a los chinos y al alemán. No volveré a verlos. Regresan a su país definitivamente. Solo media hora de conversación y ya los amo. Estos quedarán para siempre. Es una de las muchas cosas que debí hacer en su día.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Biblioteca

Debo llevar alguna hora sobre esta silla y apenas he hecho un par de problemas. Es duro estar cercado por 9 temas de estado sólido. Hace una semana todo era más fácil. Un par de páginas y a mi cuarto. Pero el examen es el próximo Miércoles y el tiempo acorrala. Aquella sueca me despista. Parece mayor, no es la típica rubia que se ve por aquí. Menudas piernas embutidas en redes del infierno, menudos pechos, menuda historia ven mis ojos. Si estuviese en mi casa acabaría con esto. Mejor para luego. Mi casa, mi cama. Extraño una siesta en condiciones. Termino hundido en los folios. Sueño. Sueño con esa sueca y con mis libros, con mi examen del Miércoles, la devoro lentamente y soy devorado. Mi examen del Miércoles. Abro los ojos. Todo sigue igual. La sueca ha desaparecido pero ya está en mi cabeza para siempre. Miro a mis compañeros. Ayer no reconocería sus caras, hoy son inseparables en este viaje. Los analizo. Menudos personajes. Una carcajada se me escapa y me miran. Deben pensar que estoy fatal. Ya me conocen. Me aceptan. Se descojonan a veces. 4 días para volver a España, llevo 20 tardes sin afeitarme y una hora pensando en las musarañas. Las 6 de la noche. Me voy al gimnasio que hoy he comido demasiado.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Teatro

Aquella noche un chico se detuvo entre bastidores en el Gate Theatre de Dublín. Apenas un minuto para entrar en escena. Sintió una bestia devorando su estómago. Mucho después aterró a toda América con una adaptación radiofónica de La guerra de los mundos y se enamoró de Rita Hayworth como tantos otros. Orson welles nació en un teatro. Aquella tarde un joven caminaba por una calle de Broadway. Había sido muchas cosas sobre un escenario pero nunca un personaje de Tennessee Williams. Sintió una bestia devorando su estómago. Años mas tarde sostuvo el cadáver de Julio César y terminó atormentado en un apartamento de París. Marlon Brando nació en un teatro. Aquella noche debió de ser la última. Vio su rostro demasiado viejo reflejado sobre el espejo de su camerino. Sintió una bestia devorando su estómago. Fue Maxim De Winter entregado al legado de Rebeca y un confundido Craso en ese milagro que es Espertaco. Laurence Oliver nació en un teatro y murió sobre él. Un ser anónimo recibe una llamada telefónica. Es su hijo para desearle suerte en la función de esta tarde. Jamás se subió a un escenario, ni tuvo una vida pública. Se le vio sentado en algún cine ante películas de Welles, Brando y Oliver. El también sintió una bestia devorando su estómago pero no nació en un escenario. Tan solo pasaba por allí.

martes, 9 de diciembre de 2008

Café por siesta

Mis amigos se cansaron de mi por muchas cosas. Entre otras dejaron de llamarme para tomar café. Cada tarde después de engordar mi estómago con los platos de mi madre sentía una llamada biológica hacia el sofá. Quedaba anulado como un muerto, agazapado como un cachorro sudando historias imposibles. La siesta siempre ha sido una forma de acallar el sueño de las horas perdidas en la noche, siempre gravada en mi configuración genética, no muy diferente al instinto sexual, siempre ha existido. La posibilidad de volverme de vacío ha conseguido lo que nadie. He abandonado mi cama que es mi vida para hacerme a las costumbres suecas definitivamente. Estudio en la facultad, como en la faculta, no duermo mi siesta en mi cama en la facultad y vuelvo a estudiar en la facultad. Sigo sintiendo sobre mi cabeza el azote digestivo, esa danza de púgil vencido hacia la lona aun existe. Ahora tomo café con los compañeros de aquí. Críticas a todos los gobiernos, el ejército, el cine, el destape, nuestro destape, las suecas, las que no son suecas, España, Cataluña, los exámenes, el gimnasio, mi última borrachera, su próxima borrachera, una sueca que pasa, nosotros la miramos, eso que miramos no puede ser cierto pero soy feliz con ellos y ellos rien. Llegamos a la biblioteca. Todo el mundo estudia. La siesta no me la quita ni la sueca de antes. Hundo el cráneo sobre los apuntes y sueño con una joven.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Los de antes

Y se encontraron de nuevo y de nuevo fueron los mismos. Poblaron los bosques con sus historias de siempre, atravesaron el pueblo y bajaron al rio. Cenaron, bebieron y discutiron. Todo era muy extraño, las gentes, las casas, los perros. Esa noche los perros asaltaron las calles, esos perros callejeros, esas calles congeladas. Todo había cambiado menos ellos. Perdieron el autobús por culpa de una borrachera pero llegaron a la ciudad, a una estación entre tinieblas a las 5 de la tarde, a un hotel siniestro oculto entre árboles y hedores. Llegaron sin saberlo a ser los de antes. A besarse, a estorbarse, a quererse, a matarse. Ellos volvieron y con ellos un pasado despierto entre mentiras. Apenas saben que sucedió realmente, qué fue inventado. Es lo mismo, todo eso lo vivieron. Durmieron demasiado. También soñaron dormidos. Vivieron con Dalí placeres sibaríticos y el señor D'ors les habló del comunismo. Y se separaron de nuevo y de nuevo fueron los mismo. Poblaron los bosques con sus historias de siempre, atravesaron el pueblo y bajaron al rio. Cenaron, bebieron y no volvieron a discutir. Todo era muy extraño, las gentes, las casas, los perros. Esa noche los perros se quedaron en sus casas, esos perros hogareños, esas calles desiertas. Ya nada había cambiado y ellos los de antes.

martes, 2 de diciembre de 2008

Judo

Crecí con este deporte desde bien pequeño. En aquella calle intransitable, en aquel gimnasio de distinto siglo, con aquellos niños que jamás volví a ver. No llegué más lejos por mis hombros y por falta de motivación en el amplio espectro. En Granada volví a intentarlo. Mis abductores lo impidieron. Pensé en colgar el kimono definitivamente, esa vez para siempre. Pero algo más de un año de Rugby sin lesiones idearon mi vuelta. Y así estoy, en este apartado del mundo devolviéndome a la infancia, combatiendo con cautela, sin sueños olímpicos ni propósitos para futuras competiciones. No las habrá. Solamente cuerpo a cuerpo entre conocidos, interpretación de errores físicos en movimientos programados, como mucho una técnica guardada en la memoria, nada de violencia. Aquí el deporte es un acontecimiento social. Las luchas son cuidadas, con una intensidad moderada bastante alejada de las pretensiones españolas de victoria. Judo por placer en clases de hasta 30 personas. Tuve que venir hasta Suecia para comprender que existe otro Judo, que cada combate no es una final mundial, que se puede disfrutar cayendo. Debería haber caído más veces.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Laboratorios

En esto también hay una diferencia abismal. En España solía acudir a los laboratorios sin haberme leído el guión, improvisando sobre la marcha, limitándome a tomar medidas y a razonarlas en el hogar con los compañeros y con las memorias de otros años. Menudo tráfico de material que circula por los pasillos de la Facultad de Ciencias. Que buenos momentos eh Pablo, a que si Manu. Aquí hago lo mismo. Me presento con los bolsillos vacíos. Antes en mi casa me dedique a otras cosas. Todo menos prepararme un muerto así. Estoy profundamente educado. Y estas sentado ante un ordenador o ante un osciloscopio. Un tipo te vigila y te pregunta. Tu asientes efectivamente, sin lugar a la menor duda. Ves que el resto de la clase funciona, que no abandonan ni un segundo el espacio de trabajo. Pasan las horas. Apenas te has enterado de algo. Sigues mirando hacia otro lado. Los cinco años en Granada se pasean por la cabeza. "Si estuviese aquí este moriríamos de risa. Menudos personajes tengo al lado". Se acaba como muere lo interminable, con desgaste y de rodillas. Me han firmado el laboratorio, no tengo que presentar ninguna memoria. Ya lo he pasado. Entiendo el sistema este de no entregar nada. Ni Dios te borra esto de la memoria.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Nieve

Despertó todo cubierto de blanco y yo volví a mi infancia. Esto ya lo había soñado. De pequeño rezaba para que el huerto amaneciese repleto de nieve, para recorrer el camino del colegio entre bolas de hielo, de pequeño lo mismo que de joven, tal vez no he dejado de ser pequeño. Me he encontrado en mitad de un silencio perpetrado por unas balas congeladas, el asfalto ha desaparecido, los árboles han enmudecido en una extraña tristeza, el tiempo ha terminado en suspenso. Viajar en bici sobre un manto de leche requiere cierta precaución. Yo lo aprendí una vez en el suelo. No he vuelto a tener prisa por llegar. Atrás queda Contador sobre el sillín, estoy más cerca de esos camiones atravesados en las autovías. Este fue uno de los principales motivos por los que llegué aquí, en busca de bosques y nieve. Antes de cenar he paseado por los alrededores con una compañía hermosa. Los primeros años en los que se nos ocultó el placer del fenómeno, esos años dónde lo máximo eran los charcos de las calles y dónde la nieve quedaba reservada al cine y a las noches, tienen ahora su presencia requerida. Lamento haber crecido sin esto.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Pinifestival


Existe un compañero por estas tierras de gesto nervioso, mirada inquieta y ritmo acelerado, con preguntas sin respuesta, con una labia histriónica que a cualquiera astilla el ánimo. No me preguntéis por qué, preguntárselo a él y dejad que pasen las horas. Vive este personaje a unos 20 minutos en bici del lugar donde la mayoría lo hacemos. Esto supone que para vernos tiene que darle a las piernas, ida y vuelta, sin más remedio. Atravesar todo el pueblo, llegar al bosque y finalmente descansar consumido en su propio sudor. A menos cero, en un asfalto congelado, con unas piernas como piedras. La necesidad de hablar, el impulso por preguntarse, el idioma que extingue, lo sientan en su montura de hierro y galopa hacia nosotros. Pero era de bien nacidos devolverle su impagable presencia. Como agradecidos que somos ayer cenamos en esa casa que comparte con una lugareña y su perro. El menú no fue expléndido, un ejército de tortillas cada una de su tierra, salchichas crudas, algún panini insípido. Esto fue lo de menos. Si tuviese que haber venido cenado no me hubiese importado. La noche fue increíble, esta gente es increíble y algunos me soportan. Para mi es suficiente.

martes, 18 de noviembre de 2008

Un viaje distinto


Que alguien venga desde España es una gran noticia, siempre. Que a ese alguien se le trunquen los planes y no pueda finalmente es una gran putada, también siempre. En Julio muchos iban a venir a Suecia. Me consta que el mundo vive momentos lamentables con su crisis, que es un año sin puentes, que muchos andan criando y que otros me hablaron con palabras huecas. Que cada uno haga lo que pueda o quiera. Yo estoy aquí dispuesto a acoger a cualquiera que se decida, con unas ganas tremendas. Desde la venida de mi madre y abuela en Septiembre no había nada programado. Mi lista de posibles visitas se fue vaciando. Unos lo han pospuesto, otros se han largado. Y ahora me encuentro con esto. Mi hermano vendrá solo el próximo día 27. Victor no puede. Anoche me acosté seriamente golpeado por esta noticia. Había puesto parte de mi tiempo pensando en este viaje. Victor es una de las pocas personas con las que río sinceramente. Tomarme una copa con él para mí es un privilegio, tomarme 10 es algo memorable. No será ni mejor ni peor, será otro viaje, distinto. Esta mañana me levanté con otra perspectiva. Ya me veo con mi hermano pisando estas calles congeladas, en realidad siempre las piso con él. Y el 22 de Enero viajaremos al Círculo Polar Ártico. Mi primo y yo, en un tren con 13 horas por delante. Así que Victor ve comprándote un gorro, unos guantes y déjate las chanclas en Cartagena.

martes, 11 de noviembre de 2008

Problemas


En el anterior periodo no vi ni una fórmula en la pizarra. Todo era de corrido, palabras, palabras y más palabras. Pasé tardes enteras traduciendo apuntes. No logré enterarme de gran cosa. El examen lo suspendí merecidamente. Afrontaba este nuevo periodo deseoso de engancharme a la rutina de las ecuaciones, a las discusiones con los enunciados pidiéndoles más información, la búsqueda de alguna pista que aliente mis ánimos. Desde el pasado Julio no me había enfrentado a un monstruo de estos. Tan sencillos una vez resueltos, tan gigantescos en principio. Y aquí estoy, de esta forma tan trepidante. Consumo las semanas con la mirada puesta en la fecha límite de entrega de las relaciones. Acudo a la muchedumbre que discuten tal apartado para encaminar mis números. Callo e intento retener cuanto dicen. Retengo poco por el idioma. Eludo las palabras y me centro en sus papeles. Este lenguaje es universal, todo el mundo lo entiende, al menos todos los de esta clase. Regreso a mi cuarto y paso a limpio lo que he sacado en claro. La tarde es para acabar con este caos. La noche para contractar con mi vecina que también es mi compañera. Terminé los problemas. Qué alivio. Me entero que la próxima relación ya está colgada en Internet. Ahora entiendo por qué existen tipos como Woody Allen en el mundo, hipocondriacos de la vida. ¿Qué nos hacen ser?

lunes, 10 de noviembre de 2008

100 días


Se juega demasiado con los fechas. Nos gusta apuntar un día, sumarle dígitos y llegado un momento volver la vista atrás. Hoy hace años nació Ennio Morricone, el próximo miercoles se cumplen 81 años desde que expulsaron a Trotsky del partido comunista, llevo 15 días sin poner la lavadora, no anoté la última vez que limpié mi cuarto, creo que hace falta una nueva fecha en el apartado. Esta mañana en clase volvía a dormirme y olvidé mi nueva novela en el cuarto. Cogí el móvil y comencé a contar días desde aquel funesto 2 de agosto. Hoy se cumplen 100. Un número redondo, gustoso y cientos de veces pronunciado. La historia está llena de cienes. Cien años de soledad, la guerra de los 100 años, los 100 días de Napoleón, mis 100 días en Linköping. Por supuesto que he hecho una pequeña memoria de cosas que me han ocurrido, dos horas de clase dan para mucho. Desde aquellas primeras semanas atrapadas en una nostalgia enfermiza, hasta estas últimas de desenfreno y gripe. Por el momento me llevo a varios compañeros para siempre, los bosques y el deporte es la forma que he elegido para vivir esto, Suecia me descubrió la necesidad por viajar. Llegados a este punto me pregunto cómo serán mis próximos 100 días. Seguro que volveré a contarlos pero entonces hablaremos de 200, aunque antes están los 125, 150 y los 175. Y los 190, que tengo un aprecio enorme a este número. Lo ideal sería no volver a dejarme la novela en mi cuarto y evitar estas gilipolleces.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La Ventana, Lorca

Conozco las limitaciones de Lorca. Sé que las grandes oportunidades están fuera, en las grandes ciudades españolas, en el extranjero seguro. Las celebridades lorquinas no alcanzan niveles desmesurados, tal vez no respondan a las espectativas deseadas. Todo esto lo sé. Pero también sé que Lorca es capaz de ofrecer más de lo escuchado esta tarde en La Ventana. Nuestra Semana Santa cuenta con un patrimonio insólito para llenar más de media hora de radio sin caer en los tópicos y mofas de un ser superior y consentido. Escuchando a Millás he recordado aquel circo que montaba Sardá cada noche. Millás es un animal de la palabra con doble sentido, del verbo corrosivo que todo lo devora, de la mala intención con mala leche, un peligro comunicativo acertado la mayoría de veces, sin formas otras tantas. Pero Millás se fue y otros vinieron. Y allí solo se habló del pavo, del cine a través de la óptica de un gran trabajador al que todos debemos más de una emoción, de los logros rockeros de un lugareño y del agua. Para mencionar a personas reconocidas tuvimos que viajar a la vecina localidad de Águilas y el momento más solemne vino de manos de inmigrantes bien acertados. El único discurso salvable lo fabricó un alcalde de enorme palabra pero de adormecido impulso. Apago la radio a 4000 km y tengo la impresión de ser un pueblerino, un camorrista del bando azul deseoso de comerme el pavo y de vaciar gutifarras. Esto, o que hace demasiado tiempo que confié mi oído a una mujer sin escrúpulos. No hay quién me entienda.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tallin

Atracamos en Tallin después de todo lo dicho y demás cosas que guardo. Así fuimos soltados, como una manada de borregos con unas 7 horas para pastar por la ciudad. El movimiento del barco y de la noche nos asestó un fuerte temblor de vísceras. Paseamos por la capital de Estonia con la inercia del viajero que necesita entrometerse en lo desconocido, que busca para encontrarse con nuevos rincones olvidado del derrumbe de su cuerpo. Yo busqué en ella algún rumor que me acercase a Rusia, lo mínimo de ese patrimonio literario que tantas veces acabó con sus propias ideas. No encontré nada de eso. Tallin mira con nostalgia el pasado escandinavo. De la ciudad anciana, de las murallas que silencian el ataque del tiempo, de sus calles empedradas en la monotonía de los siglos, de sus edificios asentados y taciturnos que ven pasar el devenir de los hombres, de las plazas enmudecidas por unos aires que recuerdan y apenas esperan, de todo esto no puede el navegante escapar. Se instala en la melancolía de su cielo gris, de sus paredes desgastadas, de sus batallas con la historia. Un restaurante medieval que nos muestra esa vida ya leída en las cicatrices de sus esquinas y una escultura donde lo contemplo todo con vertiginosa perspectiva para volver al barco, para llevarme un pedazo de mi propia pesadumbre. El resto lo dejé en aquellas piedras incrustadas.

martes, 4 de noviembre de 2008

Crucero por el Báltico

Ya conocía el funcionamiento de un monstruo de estos. Amigos me hablaron de sus experiencias en el agua, el cine nos mostró cómo se mueve esta forma de pasar las horas, "El navegante" y "El acorazado Potemkin" inmejorables, Santi Andía nació predispuesto a surcar las olas, nos lo contó Baroja. Yo me quedo con lo que se ha escrito y filmado sobre los mares, lo que escucho lo discuto. El crucero fueron 9 plantas de ininterrumpida actividad. Nada variada. En un piso comprabas alcohol, en otro te lo bebías, dos más abajo lo sudabas, en el último lo dormías. Un barco compuesto casi en su totalidad por estudiantes tiene mucho de desfase y poco de descanso. Tampoco fuimos a un congreso, respondimos a lo esperado. Pero hubo otro viaje distinto alejado de esa comuna ciega. Fue el viaje de las pequeñas reflexiones, de las confesiones secretas, de los amaneceres bajo cero, de la subida a las torres prohibidas contemplando las tinieblas bálticas, de las mentiras boludas de mis orígenes. El viaje que me estrecha a mis compañeros y que me aleja de mis enemigos. Quiero seguir pensando en ese marinero, Santi Andía, de la forma en que lo he hecho hasta ahora. De lo contrario no volveré a leerlo. Es turbadora esa sensación de falta de espacio. Unos lo llaman claustrofobia, yo prefiero hablar de obstentación.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Colas

Siempre he admirado como las gentes se agolpan en las colas para hacerse con lo mínimo. Horas antes de coger el tren hacia los primeros pasos del Camino, nos topamos en Madrid con aquella monstruosidad de personas ordenadas en la Gran Via por el último lanzamiento de movistar, iphone. Cuando internet no dominaba el mundo era habitual ver la semana previa a un derby en el Santiago Bernabeu o en el Camp Nou, según procediera, un ejército de aficionados durmiendo a los pies de la taquilla. Una vez aguardé unas cuantas horas en la calle Cristal y conseguí un par de entradas para ver aquella patraña llamada Independence Day, era un crío, seguro que lo era. Me propuse no desperdiciar de este modo mi vida salvo para lo imprescindible. La gran pérdida de tiempo que supone lograr una receta médica, un aeropuerto en su mayor significado para volver, la inquebrantable orden de hacerle la compra a mi madre en la frutería Paco. Lo demás puede esperar. Me da igual un lunes para ver lo último de Scorsese, soy capaz de comer media hora más tarde, y por supuesto, no me importa acostarme si la discoteca de turno pide más de lo que puede ofrecerme. Pero en Suecia todo es diferente. Aquí se respeta el orden hasta para caminar por la calle. Todo se construye en base a las colas. Colas para una fiesta, entrar en el autobus, circular con la bicicleta. No existe la tentación española del anticipo, no hay quien se cuele. Hace unas semanas cientos de erasmus se reunieron a eso de la 1 de la tarde de un domingo en la universidad. Las entradas comenzaron a venderse a las 8 del día siguiente. Yo me acosté en mi cama como cualquier noche. Me ha salido algo más caro pero el domingo me voy de crucero. Gracias a Helena, una sueca a la que le debemos mucho, y a Fran, un grande aquí . Igual que el que durmió en el suelo.

lunes, 27 de octubre de 2008

Oslo. "See you never"

No encontramos forma más económica de llegar a Oslo y alquilamos una furgoneta de 9 plazas. Aquello parecía sacado de una "road movie". Pequeñas conversaciones con tu vecino, radio en sueco, sueños de cuello quebrado, predisposición hacia algo grande y muchos kilómetros por delante atravesando bosques y lagos. Llegamos de noche, sobre un trazado de calles impronunciables y un ejército de putas acechando debilidades humanas, aquí y a estas horas todo es confusión y descaro, en el mismo centro. Un mejicano aventurero, gran bebedor de tequila y caricatura de su propio acento, nos mostró bares de la zona y gran parte de sus costumbres. "Un puto chingón". El tipo se esfumó. Era el momento de la recogida, no para mí. Di con una criatura canadiense afincada en Noruega, de todo hay en el mundo, y pactamos una visita nocturna por los entresijos de la capital. Bajamos hasta el muelle recorriendo parques y edificios, la universidad a un lado, el teatro nacional bajo la mirada de Ibsen a otro, algo más retirado el parlamento. Cercada por un leve oleaje se asienta la Ópera. Puedes pisar su arquitectura, copar su altura y contemplarlo todo desde esa posición tan alejada del mundo, entre tinieblas. Aquí termina mi viaje. Descansamos en la defensa, yo imaginando antiguas batallas, ella me hablaba de Dalí y Picasso. Paseamos por el puerto hacia construcciones modernas, el frío insoportable. Todo se apagó en una estación de trenes a las 6 de la mañana. "See you never". Volví sobre los mismos sitios a la mañana siguiente. Otra ciudad. Un parque con estatuas me conduce hacia un irrevocable final. La muerte siempre acompaña al hombre. Un cementerio a lo lejos, trazados empicados, soledad y nostalgia, Munch. No vimos "El Grito" pero de regreso no pensaba en otra cosa.

jueves, 23 de octubre de 2008

Regreso


Regresé a España. Había imaginado muchas tardes la vuelta y creí agotar todas las posibilidades. Ahora se que mi mundo a 4000 km, ese mundo de Nogalte, Jarique y ensueño, ayer memorizado, ha girado, el tiempo se encargó de todo. Aquí soy un extranjero, en Granada un hombre que huye, en Lorca un joven que vuelve a casa, siempre por vacaciones. ¿Hasta cuando todo esto?. Hace tiempo que dejé de pertenecer a una cama, todas tan ajenas, tan llenas de memoria e insomnio. Pero procuro bajar de esta noria y abrazarme al momento, el pasado me abruma, el futuro me acorrala. Las gentes se interesan por mi aventura, me piden detalles mínimos, mis amigos los conocen, juntos volcamos, mi familia incontestable, ellos son mis amigos, mi hermano soy yo. Sacié ciertas necesidades. Cine en el primer pase de la tarde, conversaciones con amigo arroyados en la barra de algún bar, una mole que se precipita sobre la plaza de toros, sobremesa entre copas, siesta en el disputado sofá del salón, paseos de la tarde. Sostengo a tres niños en mis brazos, los mimo y los beso, me los comería, no puedo remediarlo. Se hizo tarde. Un vuelo lleva mis datos. Un coche se desvanece y yo lo miro pasar. Hasta mañana amigos.

martes, 14 de octubre de 2008

Primer examen


Me levanté temprano a dar un último repaso. Más que para asegurar conceptos para contentar a la conciencia, un mal examen con remordimientos es una pena durísima. Vi que hasta las 7 no amanece, nada que ver con las 3:30 de los primeros días, qué días. Llegué a la facultad con un paso tranquilo sobre mi bici. El mal día anterior rondando apuntes mermó mi ritmo cardiaco. Hay quién se olvida del estudio la tarde previa, quién estudia hasta que le quitan los papeles de las manos, quién nunca estudia, a mi me gusta contemplar a la gente en esos momentos, sus pequeñas historias, su monotonía, me relaja. Por lo visto mandaron un correo en el que advertían de la necesidad de la Liu Card, la tarjeta universitaria. En ese momento no la llevaba encima. La parsimonia se convirtió en exceso y tuve que volver a mi casa en tiempo record. Y entré en el aula con mis ropas mojadas, un aula enorme, ligeramente convexa, donde se hacían simultaneamente 3 exámenes que yo contase. En uno había una especie de gráfico, en otro un texto en caracteres extraños, chinos supongo, y luego estaba el mío. 5 mujeres de avanzada edad vigilaban el ganado. Se paseaban por las mesas, aclaraban términos y chismorreaban en sueco. Yo pedí utilizar mi diccionario. Tras las risas al comprobar mi procedencia ningún problema. En la entrada un teléfono fijo no dejaba de incordiar a los alumnos reclinados en sus asientos. Por aquel entonces yo había concluido mi tránsito. Estos apuntes no los quemaré ni los olvidaré en algún cajón de mi casa, estos los conservo para Navidad, me comeré el pavo con ellos.

domingo, 12 de octubre de 2008

Patriotas


Don Miguel de Cervantes se embarcó en la Santa Sede para participar en la Batalla de Lepanto. Aquella aventura le deparó serias secuelas físicas y algunos años en cautiverio. Luego parió la obra más celebrada de nuestra literatura. Este tipo era un patriota. Dicen que Manolete fue un gran torero, que siempre terminaba redonda su faena y no se le resistía ningún animal, un macho para siempre. Con su muerte en el ruedo pasó a engordar la lista de mitos nacionales, todo un símbolo de raza y cultura, de la nuestra. Este tipo también era un patriota. Carrero Blanco, por entonces presidente del gobierno franquista y símbolo de nuestra historia, un 20 de Diciembre iba montado en su coche cuando esa lacra aún existente decidió acabar con su vida de la forma más espectacular posible. Aquello traumatizó al mundo entero. No en la misma medida que los asesinatos cometidos por el régimen, aquello acojonó de verdad. Este tipo también era un patriota. Mariano Rajoy fue otro presidente de gobierno español. Fue el lider en absoluto de una última cruzada consistente en salvar la patria, un único farol en momentos de oscuridad, un abanderado hacia el sentimiento puro y nacional que debía glorificar a todos los allí abajo nacidos. Creó un movimiento nacionalista. Existían los confundidos, los que creían que eso de los nacionalismos eran cosas de catalanes y vascos, los que jamás sospecharon de españoles. El alto servicio a su país le dio varios sustos, accidentes de aviación, algunas elecciones perdidas, palabras malinterpretadas. Este es de los pocos que se salvaron. Ya no se acuerda casi nadie de aquel 12 de octubre día de la hispanidad, cuando agachó la cabeza en ese desfile tan memorable.

sábado, 11 de octubre de 2008

Entre la mala y la buena cocina


Mi dieta cuenta con una extensa lista de alimentos, pescados, carnes, huevos, pastas, verduras, lácteos, frutas, muchos postres, un vicio insatisfecho. Me las compongo para que no me falte nada de lo primario, para no maltratar mis tripas y ofender mi olfato. Los primeros días solía rondar las cocinas ajenas husmeando ideas, necesidad de evitar los repetidos espaguetis. Hubo un tiempo en que mis inquietudes culinarias respondían a un menú escrito. El Domingo noche hacía un recorrido por la futura semana. Todo quedaba sentenciado. Pero aquello terminó por aburrirme y caí en la improvisación. Habitualmente esclavo de la comida prefabricada, tengo la sensación de vivir en el supermercado de al lado de mi casa en busca de un plato rápido, acechando cualquier cosa que llene mi estómago al instante, con hambre soy un salvaje. Otros días, los menos, hago mis propios experimentos. Los ingredientes que acompañan a las carnes y pescados son los mismos que me dijeron aunque esto no sabe igual ni por asomo. Me consuela saber que lo que me llevo a la boca es bueno pero mi paladar se equivoca en el intento de reconocer algún bocado. Muchas noches opto por prepararme un plato enorme con frutas bañadas en yogurt. Siempre es un acierto a pesar de que el empacho es vomitivo. Por todo esto cuando me invitan a comer no lo pongo en duda, incluso yo mismo llamo a algún amigo para compartir mesa y para que me cocinen por supuesto.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Continuamente a examen


Continuamente a examen. Mi compañero de corridor tiene un abridor, no es muy habitual por aquí. Apenas lo usa, que yo sepa una vez me lo prestó para una botella. Me invitaron a una cena griega y me apetecía llevar un vino. Mientras me dirigía a su cuarto pensé en cómo iba a pedírselo. ¿Cómo se decía prestar en inglés? Mejor de otra forma más simple, nada de complicaciones. Me detuve ante su puerta y repetí la pregunta una vez más. Al otro lado no había nadie. Me llevé la herramienta y prueba superada. La otra tarde fui al supermercado para repoblar la nevera. Necesitaba lo típico, leche, fruta, huevos y todos los congelados posibles. Mientras una joven me atendía en la caja yo buscaba mi cartera por entre los recovecos de mis ropas. Allí no había nada. Improvisé unos palabros y mientras ella reía yo corría a mi casa a por dinero. Tampoco hubo problema en esto. Tenía serios motivos para bajar a España este Septiembre pero miré hacia otro lado, a veces golpeado por la impresión de tomar el camino equivocado. No hice ninguno de los tres exámenes que no pude aprobar en Junio. Pensaba en mis compañeros, en ese día previo a la fecha, cinco minutos antes de entrar en el aula, los últimos cinco minutos, la libertad. Y llegó Octubre. Superé ese mes como pude, ya ni lo recuerdo. Ahora solo salgo de mi cuarto para lo imprescindible. El próximo Martes tengo mi primer examen escrito. "Materials and Nanotechnology". Ando algo perdido en esto, con la impresión de enfrentarme a una materia sencilla pero enormemente compleja por el idioma. Por supuesto el próximo Martes llegará y lo más probable es que no lo pase. Dispongo de otras dos oportunidades, ya caerá. Caer y levantarse y luego volver a caer. Así hemos montado la vida. Continuamente a examen.

lunes, 6 de octubre de 2008

Aburrimiento


Escuché una tertulia acerca del aburrimiento. Se referían a las horas muertas de un hombre en soledad, a la franja de la siesta en que los mayores duermen y los pequeños callan, a ser el único pasajero de un transporte. Siempre me ha fascinado dibujar senos en las nubes, imaginar rostros en la pared de mi cuarto, dedicarme mañanas y tardes sin moverme de la silla. Aquella chica me miró dos veces. Durante un par de semanas mis siestas de horas me hablaran de ella, hasta que la vea con otro. Se que es algo insólito pero el sábado fui al cine con una amiga, por eso vuelvo a ver la película a la sesión de las 4. Me esperaba más. Sigo sentado. Cuando sea viejo quiero ser como ese anciano solitario, todos los lunes aquí como un clavo hasta su muerte. Hoy he vuelto a quedar con ellos. Anoche no estuvo mal, incluso esta mañana aun me reía, pero no me apetece forzar mi rostro para acompañar sus gracias, ni hablar del buen momento que atraviesa Raúl, ni de escupir sobre las putadas que está gastando este gobierno. Tampoco pretendo que me hablen de las obras maestras de Ford o del último artículo de Savater, se que no les interesa lo más mínimo, pero es que ahora quiero estar solo. Si, solo. Quiero otro capítulo de la última novela que estoy leyendo, o ver El apartamento, otra vez, o caer rendido contemplando mi pared, o pensar en esa chica que me ha mirado dos veces. Esta noche lo demás me aburre, un coñazo.

viernes, 3 de octubre de 2008

Hoy por Hoy. Murcia


No sentí nostalgia de mi tierra, si acaso había añorado la barra compartida con algún amigo, conversación con mi hermano, ver pasar las horas en el salón familiar, alguna golfería, pero sobre el escenario que nos acoge ni el mínimo rumor, nada sobre el soporte físico, hasta hoy. Conservo mi pasión por la radio, esa fe ciega a casi todo lo que salga por la boca de la Cadena SER, es mi página de inicio, una larga historia de amor. Esta mañana no fue diferente. Mientras encendía el ordenador me hacía un vaso de leche. Y ahí estaba Francino, con su equipo de espeleólogos, atravesando cavernas, devorando minerales. Esto ya me lo se muy bien volví a pensar. Pero se desviaron de lo usual y empezaron a hablar de Murcia, desde allí fue el programa. De vez en cuando tienen esta forma de pagar la religiosidad de los miles de oyentes. El reloj no me permitió más y volví a mi sillín, hoy mojado de nuevo. Mientras un bulto se movía en la pizarra yo pensaba en la región de Murcia. No aguanté más y volví a mi cuarto. Tengo las mismas allí que aquí pensé. Hablaba Camacho, ese español con dos cojones, a Pepín Liria, esos dos cojones tan españoles. Se pasearon Valcárcel, M-Clan, la corrupción, la huerta y el show del trasvase hasta que alguién me trastocó de verdad. Alguien dijo que Murcia era "amanosa". Y regresé a mi tierra, a esa piedra sedienta y estática, a sus horas de inhóspita insolación. Comprendí que necesito deambular por sus calles y escuchar esas palabras cercanas, esa entonación embrutecida, un nuevo "acho pijo".

martes, 30 de septiembre de 2008

Rugby en Suecia


Cuando llegué hace ahora casi dos meses tenía serias dudas sobre qué deporte practicar del amplio espectro. No tardé en apuntarme a un gimnasio de última generación. Pagué 4 meses de una estocada pero algo tienen las pesas que se me indigesta. Me resulta absurdo engordar músculos sin otro aliciente que el propio culto al cuerpo, no comparto el exceso de narcisismo de aquellas moles hiperdesarrolladas, esas masas tan alejadas del patrón clásico como del ciudadano real. Pronto supe de un equipo de rugby en la ciudad y me acerqué sin titubeos. Ya el año pasado me inicié en esta práctica y la experiencia me apasionó. Los muchachos de aquí presentan esa actitud hogareña que te empuja a formar parte de ellos, a ser uno más desde el principio, sin excepciones. Cambiaron su lengua materna y se convirtieron al inglés para evitar discriminaciones, aunque en mi caso igual me siento, pero esto es cosa mía, mi problema. Inmediatamente me obligaron a participar en sus comidas y bebidas, y ahora me piden operas y vino de Rioja. Es un privilegio compartir con ellos viajes por Suecia, noches y muchos entrenamientos. La liga terminó este sábado, el frío lo hace imposible, pero seguimos practicando y tenemos apalabrados algunos amistosos. Me gusta sentirme partícipe de esta gran metáfora de la vida que es el rugby. Cada uno con su papel en el terreno de juego, todos imprescindibles, comprometidos con el equipo, sacrificados por el compañero. El último mono es el primero y es sagrado, intocable.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Ese buscavidas


Se trata del cine con el que crecieron mis mayores, el mismo cine que desde crío me han mostrado, esa escuela imborrable de la pantalla y de la vida. Ver a Newman en un plano tiene el grave peligro de la hipnosis. Su mirada cautiva, su sonrisa arrasa vendavales, un mal gesto te enamora, uno bueno te condena. Fue saltando de historia en historia dejando huella, haciendo de cada trabajo algo memorable, y sospecho que en su mejor papel fue él mismo, porque así me pareció, un "buscavidas". Capaz de someter a Elizabeth Taylor, de nublar la belleza de su amigo Robert Redford, de acallar a ese insensato de Steve McQueen, de robarle el público más joven a un joven Tom Cruise, de comerse 50 huevos ante un soberbio George Kennedy, y de hacerlo todo por huevos. Paciente, burlón, alcohólico, sabio, joven, anciano, pícaro, amante, indomable... buscavidas. Todo esto lo dejó gravado Newman, ese golfo, para siempre. De aquel adolescente con un cierto aire a Marlon Brando, más dulce y travieso, como en "La gata", a una presencia más madura pero igual de canalla como en "El Golpe". Supo hacerle frente al paso del tiempo, acompañó su ocaso sin postizos, envejeciendo hermosamente. Ha muerto rodeado de los suyos, retirado a tiempo de ese mundo tan corrosivo que a otros destruye. Con él se va una época dorada aguardada en estanterías. Jamás morirán esos ojos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Estocolmo


Tiene Estocolmo esa presencia de mujer madura perpetrada en mil amores, con un pasado que calla y padece, y un espíritu que aguarda ante el azote helado del mar Báltico. Por sus calles discurre una historia íntima que dejó reinados, comercios, estrategias... vidas. Tiene Estocolmo un reloj en sus manos que da cuerda a su antojo. Paseas por sus adoquines adormecidos y si la lluvia lo permite alcanzas a divisar verticales edificios que levantó la nada. Es una ciudad pequeña que duerme y sueña escondida de Europa, que transporta al viajero y lo arrebata. El mar acecha su terreno, se entromete, serpea formando islas y amenaza. Pero su tierra es sólida y robusta, inquebrantable. Enseguida atardece. Es inevitable parar en una de sus cafeterías oscuras. El calor de la leche que es consuelo, la blandura de alguna magdalena que es pecado. Después de esta tregua requerida vuelves a pisar los pasos de Einstein y Camus y echas una última mirada a su trazado confuso. Se ha hecho de noche. Un metro pulcro te conduce. Aún por la ventana se deja ver su extraña naturaleza, esa extraña mezcla entre innovación y respeto al medio ambiente. Atrás dejamos una criatura que se ilumina entregada a otra noche inconfesable. Y yo sueño.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Final


Entramos juntos en aquel habitáculo enorme. Fuera el verano ya ofrecía sus primeros baños y pasiones, no para nosotros, una vez más los últimos. Sabíamos de antemano que aquel examen era un visado para Septiembre, siempre condenados a Septiembre, a sus atardeceres eternos, a sus noches alucinógenas. ¡Hasta dónde hemos llegado por un examen! Yo lo sabía, ninguna duda de que aquellos problemas serían los últimos que compartiríamos, y por eso permanecí las 4 horas delante de los folios, esbozando microestados, sin tener la mínima idea de lo que me estaban preguntando. Y allí dejamos la clase, esta vez tu para toda la vida, seguro prendida en tu memoria. El verano lo pasé naufragando entre esto y esto otro, nada en claro. Tu sujeto a una silla que yo no pude acompañar. Las decisiones hasta el final. Y ahora tienes tu final. Después de años de clases y laboratorios, de días inacabables, de un tropel de asignaturas envenenadas, todo se termina. Después de balancearte sobre la hoja de una navaja debes sentirte descansado, ya lo tienes, eres físico. Me siento eufórico por haberte acompañado a tantas humillaciones y haber salido ilesos, tienes tu prueba. Pero al mismo tiempo estoy algo hundido porque los años de estudiante que compartimos ahora son recuerdo y encaro estos últimos pasos solo, alejado de esa especie de progenitor que has sido para mí. El tiempo pasa y nos hacemos mayores, es inevitable. De lo que te suceda ya me irás contando. Hasta mañana amigo Pablo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

"Aquellas pequeñas cosas"


Me encontraba en mitad de HG, una discoteca de por aquí a la que le debo muchas noches en vela. El reloj alcanzaba una hora severa, estaba algo desorientado y sin ganas de irme a la cama. Los Martes se fija a las 2 el toque de queda. Necesitaba más, es injusto apagar una noche de esta forma. Entonces lo vi claro. En el armario de mi casa guardaba un lomo impresionante y un par de fuets, todo un impagable regalo de tierras españolas sumamente estimado por aquí. Elegí dos grupos de muchachas entre la abrupta sala. Me limité a invitarlas. En 10 minutos en mi puerta, inocentemente, para tomar algo y seguir hablando. De inmediato con un cuchillo en la mano, vaciando el embutido, aguardando. No se cómo se corrió. Yo esperaba a una docena de personas solamente y cuando saqué la comida la vista no me alcanzaba a digerir a la muchedumbre. Qué hacer. Ya que la tienes montada la rematas. Empezaron a llenarse platos, se sumó el queso, algo de jamón, tomates, y terminamos comiéndonos a España, sin ningún tipo de piedad. Mi cuarto se convirtió en un servicio público y el edificio en sí en una pócima con extraños condimentos, cada uno de su padre y de su madre. Le mostré más sobre mi tierra a una joven. Fotografías, escritos, mi desorden. Y ella me habló de "las pequeñas cosas" de mi cuarto. No pude evitar poner a Serrat. Fue insufrible explicarle la canción, creo que no lo hice bien del todo, pero volvimos a escucharla, esta vez rematando una botella de El Coto. Son estas pequeñas cosas, "aquellas", que cantaba Serrat, las que me están haciendo enorme. Hasta mañana amigos.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Frío


No es tal el frío de estos últimos días, me dicen los autóctonos, los perpetrados por las heladas de esta zona tan despiadada. No lo será para ellos, para mí que vengo del Sur, tan acostumbrado al oleaje del asfalto, a la miseria floral y a una sequedad incompasible empieza a ser un problema el descenso vertiginoso de las temperaturas. Miré que la mínima para hoy alcanzaría los 5ºC. Eso es un día duro en Granada, evitando sus ancianas calles, saliendo para lo imprescindible. Recuerdo mi primera noche en Suecia. Una resaca bestial no permitía que me aclarase. En cuestión de horas pasé de un ardor exasperante a sentir sobre mi calva el gélido metal de un hacha, así, con la misma resaca y con el cráneo abierto, frígido. Han pasado más de 40 días y esto no da tregua. Hasta hace una semana era llevadero. Mucha rasca por la noche y sobre todo por la mañana a primera hora. Pero hoy ha sido distinto. He tenido que hacerme con mi viejo gorro de lana, y para ello ordenar el cuarto porque rastreando no ha habido forma. Me he atado la bufanda al cuello y con un chaquetón bien curtido me he montado en la bici. Por mi lado ha pasado un tipo en mangas de camisa. Muy rubio y muy hombre él. Sin salir de mi asombro peladeaba sin guantes y ese vientecillo cortaba mis falanges como cuchillas. Cuando he aparcado una locomotora ha recorrido cada uno de mis huesos y me he jurado a mi mismo que de mañana no pasa la compra de unos guantes. Que ya sabéis, el frío empieza por los dedos y rápidamente lo contagia todo. Cuando te vienes a dar cuenta te has quedado sin parte sagrada. Hasta mañana amigos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Cuando el cine tiene que esperar


Solía cruzar dos calles, echar un vistazo muy meditado y debatirme entre dos o tres cintas, y solía hacerlo 3 o 4 veces por semana, siempre por la noche. El pequeño videoclub Hollywood, muy desordenado y transitado, me apartaba las moscas de la cabeza, me ofrecía buenas dosis de cine y me regalaba un paseo incuestionable. Pero ahora me pilla demasiado lejos, porque ahora me pilla demasiado lejos cualquier cosa. Así que me he abonado a algo tan detestable como necesario, a las insoportables descargas de internet, al sufrimiento de la expectación. Enciendo mi ordenador e inicio el programa. Antes he hecho una cuidada selección de lo que me apetece y le doy las ordenes. Persigo la trayectoria de la bajada. Esta se está retrasando demasiado, lleva un día bagando en el 70%. Si uno tiene hambre se va a la nevera, si tiene sueño a la cama, si está caliente y la cama es imposible al baño, pero si le apetece ver algo de Wilder... lo mejor es que se la casque mientras tanto, y aquí vale cualquier sitio por muy arriesgado que sea, porque tienes las mismas. Dependes de un sistema del que todo el mundo habla y yo no termino de comprender. No se si va contra la ley y si se viola el canon ese que ha unido a tantos artistas, no lo se, lo mismo me da. Lo único que tengo claro es que la espera es inhumana y que pagaría el triple por tener un videoclub aquí como el de Granada. Al final y si eres afortunado tienes tu película, otras veces no es tal película y si una pornográfica que llevaba el mismo nombre. Pero a estas alturas quién tiene fuerzas para volver a cascársela. Hasta mañana amigos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Aitor


Formamos parte de la primera hornada, fuimos los que decidimos acabar con el verano de forma más tajante, no conocimos agosto porque se lo llevaron los diablos, luego... luego vinieron otros. Fue instantáneo cómo nos aferramos, parecíamos amigos de toda la vida y apenas recordábamos algunos nombres, demasiados para una misma tarde. Pasada una semana inseparables. Supongo que en principio todo obedecía a la supervivencia, la soledad aprieta a más de 4500 kilómetros, después humanizamos la relación. Vivimos sobre una arquitectura cimentada sobre todos nosotros, si desaparece el menor elemento nos derrumbamos. Esta semana escuché algo terrible. Aitor abandona esto, ha desaparecido. Se me queda el paladar quebrado. Me enseñaron el pastel, incluso me dieron a probar, pero se lo zampó otro. Tengo la sensación de haberme quedado a medias, de haber perdido algo, ahora para siempre. Compartimos grandes momentos evocando musas, con un reloj en la mano para hacerlo perfecto, calculadores del mínimo detalle, podridos de melancolía pero bien rodeados. Se acabó compañero. En la memoria queda lo que pudimos haber compartido. Seguro que haces lo correcto y que todo funcionará en tu vida. Aquí seguirás teniendo un hueco impresionante, el mismo que dejas. Hasta mañana amigos.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Días de vuelos


Hoy es 11 de Septiembre y es irreprochable mirar atrás. Aquello enmudeció al mundo y aún hoy, 7 años después, el pánico pasea libremente, sin indiferencia, aún con consecuencias. Uno se prepara para facturar. El billete lo compré hace meses. Es curioso la celeridad del tiempo, no da tregua. Ha sido un verano sin indulgencia. Una mañana como la de hoy mismo la muerte se paseó por la T4 y extinguió a demasiadas personas. Personas como yo, en el instante previo de tomar el vuelo, en la recta de aceleración. Pienso en ellas en el momento en que acabo de dejar tierra, ahora que paseo por los aires y que me siento preso en un cuerpo plomizo. Termino dormido y sueño, sueño con algo hermoso, una mujer debe ser. Despierto con un sudor que me aterra y se me instalan en la cabeza aquellos desgraciados de los Andes, los meses que pasaron comiéndose a compañeros y familiares, perdidos en mitad de la nada, en el olvido. Prosigo mi viaje, desde esta altura no puedo hacer gran cosa. Entonces imagino los miles de vuelos diarios, aviones de un punto a otro punto dándole vueltas al globo como si fuese una pelota de plástico, y los miles de días que lleva esto funcionando. Todos recordamos el 11-S, y aquel Agosto en la T4, incluso el cine nos contó la supervivencia del joven equipo de rugby. Vivimos en un mundo de morbo y de mierda. Nos entran con calzador las noticias negras a gran nivel, enseguida queremos saber más, saberlo todo, primeros y últimos pensamientos. Y en este momento, solo en este momento que me puede pasar a mí, me acojono. Ya saben lo que está pasando por mis sesos antes de la catástrofe. Al menos esto ahorrará horas de trabajo. Hasta mañana amigos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Multicultural


Volví a quedarme solo al final de aquella clase, como si nada fuese conmigo, ajeno a todo cuanto sucedía. Enseguida empezaron a formarse grupos y a mezclarse los orígenes. Europeos con asiáticos, estos a su vez con africanos, algún sudamericano tal vez. Me dispuse con formas educadas mesa por mesa mendigando acogida. Un francés de aspecto rudo que había conocido semanas antes se excusó de mil formas distintas y solo logré entenderlo en los aspavientos de sus brazos. La chica negra ya estaba comprometida y una musulmana, de divinas proporciones, negó con su cabeza al menos tres veces. Entonces me vi apurado de verdad. En parte porque el habitáculo se vaciaba por momentos, pero lo que verdaderamente me apestiñaba el estómago era que un detestable trabajo en inglés sobre algún tema indiferente se estaba agolpando en mís próximos días. Y ocurrió. Allí los vi, con un concurrido discurso en alguna lengua perdida, referidos a su Irán natal. Me asistieron y me dieron mi parte del ejercicio. No tuve que soportar la totalidad del texto y al menos esquivé 30 páginas. Hice lo mío, entendiendo lo justo, pero con una expresión severa de que lo presentado era consistente. Esta tarde Amir ha hecho la presentación y a pesar de haber estado 3 días elaborando cada palabra yo he asistido a un partido de tenis. De las preguntas de los compañeros a las respuestas del muchacho y así hacia una espiral de incomprensión. Ni idea de lo que hablaban pero he resistido con la misma estúpida autoridad en el rostro. Al final me han dado las gracias por mi parte y en clase han aplaudido. He cogido mi bici y de vuelta a mi casa pensaba en ellos. No somos tan distintos y desde este momento, en clase o en la vida, inseparables. Hasta mañana amigos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Barbacoas

En los primeros días de esta historia la universidad nos invitaba a una barbacoa. Enseguida por mi cabeza desfilaban sabrosos lomos, ristas de salchichas, pancetas en su punto, buena cerveza muy fresca, y lo típico de este rito tan ancestral como obligado. Pero mi imaginación es osada y mis intenciones caminan demasiado lejos. Se me cayó el rostro cuando descubrí que todo el manjar se reducía a salchichas frankfurt, a un par de "hot dogs", un bocado detestable que revuelto con hambre suele entrar a la perfección. Lo tomamos a risa, además llovía y resultaba curioso ver el fuego cercado por el agua. Es Suecia pensamos. Lo que no nos hizo tanta gracia fue la bebida. Había cerveza por supuesto, pero caliente, sabía como a meado, un potingue para el que lo quiera. Y así las cosas ahora somos nosotros los que nos reunimos alrededor de un fuego para darle cuerpo a lo que aquí llaman barbacoa. Yo prefiero venir cenado, o merendado, hablamos de las 6 de la tarde, y afrontar bien nutrido lo que pueda depararme el resto de la escasa noche. Me equipo con "Xider", una especie de sidra algo alimonada con un cierto sabor a jarabe, se puede beber. Y enseguida se cierra el cielo. Sin saber cómo solamente hablo en inglés, estoy en mitad de una fiesta en una habitación que desconozco, rodeado de suecos con peinados extravagantes, pintura en los ojos y pinchos por el cuerpo. Esnifan un gas extraño y beben medio litro de cerveza con cronómetro. Es todo muy surealista. Son insólitas estas barbacoas pero el resultado es el mismo. El día siguiente lo paso postrado en mi cama, descojonado, como único testigo de esta ruidosa realidad. Hasta mañana amigos.

jueves, 28 de agosto de 2008

¿Ser o Estar?


Quizás lo haya dicho alguna vez pero nunca tan fuerte, adoro el castellano, adoro sus irregularidades y entresijos, su compleja arquitectura, todo. Su ortografía es cuestión aparte. Ahora que me encuentro en mitad de clases que me hablan en inglés, desbordado de trámites con papeles en sueco, detenido en mitad de discotecas ante el bullicio de la incomprensión absoluta, entre sueños de boca muda y despertares de holocausto, encuentro, casi perdido, un ángel caído de Chipre que quiere aprender mi lengua. Y no tengo la mínima duda y me dispongo a enseñarle lo que buenamente puedo como buenamente sé. Ahí estamos los dos, en un cuarto que acabo de ordenar, explicando castellano con mis torpes maneras sajonas y ella tomando notas en griego. Esto es surealista, pero válido. Y mientras paladea sus primeros vocablos españoles, con una lengua que no termina de apuntar en la dirección correcta, me hace una pregunta que me destroza. Para To be, cuándo Ser y cuándo Estar. Desaparezco unos segundos del habitáculo para hacer un breve repaso. ¿Ser o Estar? Enseguida comprendo que no se lo que soy y que no me alcanzan los ojos para ver dónde estoy. Le digo que esta cuestión pertenece a otra clase, en otro momento me debatiré con esta maraña. Han pasado algunos días desde aquella lección. Con toda una lista mental solo puedo asegurar lo que no soy. En cuanto al verbo estar, no llego a nada, ando como perdido. Para explicar esta vicisitud primero tengo que aclararme. Hasta mañana amigos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Encuentros en el bosque


A un km y medio de mi casa se expande un bosque embrutecido, sin tregua para el espacio, en el que nace un estrecho camino de virutas de madera donde muy a menudo voy a correr. Se te inundan los pulmones de un oxígeno puro, hasta vicioso, al tiempo que tus piernas suben y bajan por un recorrido impoluto. Aquello es un fenómeno social, encuentras de todo, ancianas con bastones a buen ritmo, niños chicos en carricoche, atletas haciendo series, abuelos con sus perros y jóvenes en bicicleta. Cuando crees que no existe nada más allá de este paraíso encuentras unos campos de césped y ves a lo lejos como se disputa un partido de fútbol. Entonces recuerdas a tu gente, con lo que ellos aman este deporte pasarían aquí más de una tarde, aquí, en mitad de esta selva. Me detengo para tomar aire, la última cuesta me ha dejado tocado, y me percato que los monigotes borrosos sobre el terreno de juego son niñas, tendrán unos 20 años así que ya están formadas. Hace un mes, si veía a una tía darle patadas a un balón era algo insólito y por supuesto su integridad moral corría un serio peligro. No ahora, en este país ellas son las amas de la pelota, las encuentras por todas partes, en la universidad, en el bosque, a orillas de la carretera y todo en césped. Ya me he recuperado. Echo un último vistazo, para mí son las auténticas hadas de este cuento de gnomos y dragones. Prosigo mi carrera. Hasta mañana amigos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Cartas, relaciones, cartas


Mi ordenador era un ser maltrecho, castigado por el paso de los años y una impostura del que lo tutelaba. Tuvo una vida larga, de unos 5 años y la vivió intensamente, con trabajo y película diaria. Un día cogió un resfriado que lo fue debilitando hasta que la pasada semana dejó de existir, simplemente se apagó. Entonces me sentí indefenso, aislado del mundo, como de otra época. Caminaba sin rumbo, siempre mendigando espacio en el teclado de algún compañero, en el más absoluto despojo. Enseguida eché mano de "El jugador", una novela de Dostoievski que debí terminar hace demasiado tiempo. A medida que pasaba el tiempo el grosor iba disminuyendo y me veía de nuevo evocado al aburrimiento. Pero una mañana de tantas abrí mi buzón, el mismo que otros días me había dado cartas con otros nombres, publicidad y correspondencia bancaria, y encontré un diminuto papel que me remitía a la oficina de correos. Me hice con un autobús que me detuvo en una estación para coger otro que finalmente me apeó en la dirección indicada. Y ahí estaba. Una enorme caja verde, de unos 15 kg, con letras castellanas y familiares. Paseé el paquete por Linköping y llegué a mi cuarto, solos él y yo, con un cuchillo en la mano a punto de trepanar sus entrañas. Lo abrí sin más, estaba agotado del viaje. Por fín literatura para meses y abrigo para el invierno. Definitivamente salvado. En 15 días tendré otro ordenador. Soy un consentido. Hasta mañana amigos.