domingo, 23 de noviembre de 2008

Pinifestival


Existe un compañero por estas tierras de gesto nervioso, mirada inquieta y ritmo acelerado, con preguntas sin respuesta, con una labia histriónica que a cualquiera astilla el ánimo. No me preguntéis por qué, preguntárselo a él y dejad que pasen las horas. Vive este personaje a unos 20 minutos en bici del lugar donde la mayoría lo hacemos. Esto supone que para vernos tiene que darle a las piernas, ida y vuelta, sin más remedio. Atravesar todo el pueblo, llegar al bosque y finalmente descansar consumido en su propio sudor. A menos cero, en un asfalto congelado, con unas piernas como piedras. La necesidad de hablar, el impulso por preguntarse, el idioma que extingue, lo sientan en su montura de hierro y galopa hacia nosotros. Pero era de bien nacidos devolverle su impagable presencia. Como agradecidos que somos ayer cenamos en esa casa que comparte con una lugareña y su perro. El menú no fue expléndido, un ejército de tortillas cada una de su tierra, salchichas crudas, algún panini insípido. Esto fue lo de menos. Si tuviese que haber venido cenado no me hubiese importado. La noche fue increíble, esta gente es increíble y algunos me soportan. Para mi es suficiente.

3 comentarios:

Long Drong dijo...

no has comentado nada, así que supongo que le dedicarás una entrada entera a "ojos verdes" jeje

grande pini, lástima que no nos dejase permanecer más tiempo

Julito "El Gatopardo" dijo...

A "ojos verdes" le dedicaría una novela entera. "Aquellos ojos verdes". Esa novela está ya escrita, en mi cabeza. Y allí se quedará para siempre. Cuando quieras leerla yo te la cuento Long Drong, encantado.

Anónimo dijo...

aquellos ojos verdes de mirada serena....tambien fue inspiración para un célebre bolero, qué tendrán los ojos verdes.