martes, 4 de noviembre de 2008

Crucero por el Báltico

Ya conocía el funcionamiento de un monstruo de estos. Amigos me hablaron de sus experiencias en el agua, el cine nos mostró cómo se mueve esta forma de pasar las horas, "El navegante" y "El acorazado Potemkin" inmejorables, Santi Andía nació predispuesto a surcar las olas, nos lo contó Baroja. Yo me quedo con lo que se ha escrito y filmado sobre los mares, lo que escucho lo discuto. El crucero fueron 9 plantas de ininterrumpida actividad. Nada variada. En un piso comprabas alcohol, en otro te lo bebías, dos más abajo lo sudabas, en el último lo dormías. Un barco compuesto casi en su totalidad por estudiantes tiene mucho de desfase y poco de descanso. Tampoco fuimos a un congreso, respondimos a lo esperado. Pero hubo otro viaje distinto alejado de esa comuna ciega. Fue el viaje de las pequeñas reflexiones, de las confesiones secretas, de los amaneceres bajo cero, de la subida a las torres prohibidas contemplando las tinieblas bálticas, de las mentiras boludas de mis orígenes. El viaje que me estrecha a mis compañeros y que me aleja de mis enemigos. Quiero seguir pensando en ese marinero, Santi Andía, de la forma en que lo he hecho hasta ahora. De lo contrario no volveré a leerlo. Es turbadora esa sensación de falta de espacio. Unos lo llaman claustrofobia, yo prefiero hablar de obstentación.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno lo del crucero, pero yo pensaba que te habias ido a Suecia a estudiar, no?

Julito "El Gatopardo" dijo...

Eso creía yo, que solo venía a estudiar, pero estoy descubriendo que se pueden hacer otras cosas.

En un descanso de una interminable tarde de estudio.

Anónimo dijo...

vaya CRACK!!!, que envidia me das, yo tambien necesito un año sabatico.