miércoles, 26 de noviembre de 2008

Laboratorios

En esto también hay una diferencia abismal. En España solía acudir a los laboratorios sin haberme leído el guión, improvisando sobre la marcha, limitándome a tomar medidas y a razonarlas en el hogar con los compañeros y con las memorias de otros años. Menudo tráfico de material que circula por los pasillos de la Facultad de Ciencias. Que buenos momentos eh Pablo, a que si Manu. Aquí hago lo mismo. Me presento con los bolsillos vacíos. Antes en mi casa me dedique a otras cosas. Todo menos prepararme un muerto así. Estoy profundamente educado. Y estas sentado ante un ordenador o ante un osciloscopio. Un tipo te vigila y te pregunta. Tu asientes efectivamente, sin lugar a la menor duda. Ves que el resto de la clase funciona, que no abandonan ni un segundo el espacio de trabajo. Pasan las horas. Apenas te has enterado de algo. Sigues mirando hacia otro lado. Los cinco años en Granada se pasean por la cabeza. "Si estuviese aquí este moriríamos de risa. Menudos personajes tengo al lado". Se acaba como muere lo interminable, con desgaste y de rodillas. Me han firmado el laboratorio, no tengo que presentar ninguna memoria. Ya lo he pasado. Entiendo el sistema este de no entregar nada. Ni Dios te borra esto de la memoria.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Nieve

Despertó todo cubierto de blanco y yo volví a mi infancia. Esto ya lo había soñado. De pequeño rezaba para que el huerto amaneciese repleto de nieve, para recorrer el camino del colegio entre bolas de hielo, de pequeño lo mismo que de joven, tal vez no he dejado de ser pequeño. Me he encontrado en mitad de un silencio perpetrado por unas balas congeladas, el asfalto ha desaparecido, los árboles han enmudecido en una extraña tristeza, el tiempo ha terminado en suspenso. Viajar en bici sobre un manto de leche requiere cierta precaución. Yo lo aprendí una vez en el suelo. No he vuelto a tener prisa por llegar. Atrás queda Contador sobre el sillín, estoy más cerca de esos camiones atravesados en las autovías. Este fue uno de los principales motivos por los que llegué aquí, en busca de bosques y nieve. Antes de cenar he paseado por los alrededores con una compañía hermosa. Los primeros años en los que se nos ocultó el placer del fenómeno, esos años dónde lo máximo eran los charcos de las calles y dónde la nieve quedaba reservada al cine y a las noches, tienen ahora su presencia requerida. Lamento haber crecido sin esto.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Pinifestival


Existe un compañero por estas tierras de gesto nervioso, mirada inquieta y ritmo acelerado, con preguntas sin respuesta, con una labia histriónica que a cualquiera astilla el ánimo. No me preguntéis por qué, preguntárselo a él y dejad que pasen las horas. Vive este personaje a unos 20 minutos en bici del lugar donde la mayoría lo hacemos. Esto supone que para vernos tiene que darle a las piernas, ida y vuelta, sin más remedio. Atravesar todo el pueblo, llegar al bosque y finalmente descansar consumido en su propio sudor. A menos cero, en un asfalto congelado, con unas piernas como piedras. La necesidad de hablar, el impulso por preguntarse, el idioma que extingue, lo sientan en su montura de hierro y galopa hacia nosotros. Pero era de bien nacidos devolverle su impagable presencia. Como agradecidos que somos ayer cenamos en esa casa que comparte con una lugareña y su perro. El menú no fue expléndido, un ejército de tortillas cada una de su tierra, salchichas crudas, algún panini insípido. Esto fue lo de menos. Si tuviese que haber venido cenado no me hubiese importado. La noche fue increíble, esta gente es increíble y algunos me soportan. Para mi es suficiente.

martes, 18 de noviembre de 2008

Un viaje distinto


Que alguien venga desde España es una gran noticia, siempre. Que a ese alguien se le trunquen los planes y no pueda finalmente es una gran putada, también siempre. En Julio muchos iban a venir a Suecia. Me consta que el mundo vive momentos lamentables con su crisis, que es un año sin puentes, que muchos andan criando y que otros me hablaron con palabras huecas. Que cada uno haga lo que pueda o quiera. Yo estoy aquí dispuesto a acoger a cualquiera que se decida, con unas ganas tremendas. Desde la venida de mi madre y abuela en Septiembre no había nada programado. Mi lista de posibles visitas se fue vaciando. Unos lo han pospuesto, otros se han largado. Y ahora me encuentro con esto. Mi hermano vendrá solo el próximo día 27. Victor no puede. Anoche me acosté seriamente golpeado por esta noticia. Había puesto parte de mi tiempo pensando en este viaje. Victor es una de las pocas personas con las que río sinceramente. Tomarme una copa con él para mí es un privilegio, tomarme 10 es algo memorable. No será ni mejor ni peor, será otro viaje, distinto. Esta mañana me levanté con otra perspectiva. Ya me veo con mi hermano pisando estas calles congeladas, en realidad siempre las piso con él. Y el 22 de Enero viajaremos al Círculo Polar Ártico. Mi primo y yo, en un tren con 13 horas por delante. Así que Victor ve comprándote un gorro, unos guantes y déjate las chanclas en Cartagena.

martes, 11 de noviembre de 2008

Problemas


En el anterior periodo no vi ni una fórmula en la pizarra. Todo era de corrido, palabras, palabras y más palabras. Pasé tardes enteras traduciendo apuntes. No logré enterarme de gran cosa. El examen lo suspendí merecidamente. Afrontaba este nuevo periodo deseoso de engancharme a la rutina de las ecuaciones, a las discusiones con los enunciados pidiéndoles más información, la búsqueda de alguna pista que aliente mis ánimos. Desde el pasado Julio no me había enfrentado a un monstruo de estos. Tan sencillos una vez resueltos, tan gigantescos en principio. Y aquí estoy, de esta forma tan trepidante. Consumo las semanas con la mirada puesta en la fecha límite de entrega de las relaciones. Acudo a la muchedumbre que discuten tal apartado para encaminar mis números. Callo e intento retener cuanto dicen. Retengo poco por el idioma. Eludo las palabras y me centro en sus papeles. Este lenguaje es universal, todo el mundo lo entiende, al menos todos los de esta clase. Regreso a mi cuarto y paso a limpio lo que he sacado en claro. La tarde es para acabar con este caos. La noche para contractar con mi vecina que también es mi compañera. Terminé los problemas. Qué alivio. Me entero que la próxima relación ya está colgada en Internet. Ahora entiendo por qué existen tipos como Woody Allen en el mundo, hipocondriacos de la vida. ¿Qué nos hacen ser?

lunes, 10 de noviembre de 2008

100 días


Se juega demasiado con los fechas. Nos gusta apuntar un día, sumarle dígitos y llegado un momento volver la vista atrás. Hoy hace años nació Ennio Morricone, el próximo miercoles se cumplen 81 años desde que expulsaron a Trotsky del partido comunista, llevo 15 días sin poner la lavadora, no anoté la última vez que limpié mi cuarto, creo que hace falta una nueva fecha en el apartado. Esta mañana en clase volvía a dormirme y olvidé mi nueva novela en el cuarto. Cogí el móvil y comencé a contar días desde aquel funesto 2 de agosto. Hoy se cumplen 100. Un número redondo, gustoso y cientos de veces pronunciado. La historia está llena de cienes. Cien años de soledad, la guerra de los 100 años, los 100 días de Napoleón, mis 100 días en Linköping. Por supuesto que he hecho una pequeña memoria de cosas que me han ocurrido, dos horas de clase dan para mucho. Desde aquellas primeras semanas atrapadas en una nostalgia enfermiza, hasta estas últimas de desenfreno y gripe. Por el momento me llevo a varios compañeros para siempre, los bosques y el deporte es la forma que he elegido para vivir esto, Suecia me descubrió la necesidad por viajar. Llegados a este punto me pregunto cómo serán mis próximos 100 días. Seguro que volveré a contarlos pero entonces hablaremos de 200, aunque antes están los 125, 150 y los 175. Y los 190, que tengo un aprecio enorme a este número. Lo ideal sería no volver a dejarme la novela en mi cuarto y evitar estas gilipolleces.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La Ventana, Lorca

Conozco las limitaciones de Lorca. Sé que las grandes oportunidades están fuera, en las grandes ciudades españolas, en el extranjero seguro. Las celebridades lorquinas no alcanzan niveles desmesurados, tal vez no respondan a las espectativas deseadas. Todo esto lo sé. Pero también sé que Lorca es capaz de ofrecer más de lo escuchado esta tarde en La Ventana. Nuestra Semana Santa cuenta con un patrimonio insólito para llenar más de media hora de radio sin caer en los tópicos y mofas de un ser superior y consentido. Escuchando a Millás he recordado aquel circo que montaba Sardá cada noche. Millás es un animal de la palabra con doble sentido, del verbo corrosivo que todo lo devora, de la mala intención con mala leche, un peligro comunicativo acertado la mayoría de veces, sin formas otras tantas. Pero Millás se fue y otros vinieron. Y allí solo se habló del pavo, del cine a través de la óptica de un gran trabajador al que todos debemos más de una emoción, de los logros rockeros de un lugareño y del agua. Para mencionar a personas reconocidas tuvimos que viajar a la vecina localidad de Águilas y el momento más solemne vino de manos de inmigrantes bien acertados. El único discurso salvable lo fabricó un alcalde de enorme palabra pero de adormecido impulso. Apago la radio a 4000 km y tengo la impresión de ser un pueblerino, un camorrista del bando azul deseoso de comerme el pavo y de vaciar gutifarras. Esto, o que hace demasiado tiempo que confié mi oído a una mujer sin escrúpulos. No hay quién me entienda.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tallin

Atracamos en Tallin después de todo lo dicho y demás cosas que guardo. Así fuimos soltados, como una manada de borregos con unas 7 horas para pastar por la ciudad. El movimiento del barco y de la noche nos asestó un fuerte temblor de vísceras. Paseamos por la capital de Estonia con la inercia del viajero que necesita entrometerse en lo desconocido, que busca para encontrarse con nuevos rincones olvidado del derrumbe de su cuerpo. Yo busqué en ella algún rumor que me acercase a Rusia, lo mínimo de ese patrimonio literario que tantas veces acabó con sus propias ideas. No encontré nada de eso. Tallin mira con nostalgia el pasado escandinavo. De la ciudad anciana, de las murallas que silencian el ataque del tiempo, de sus calles empedradas en la monotonía de los siglos, de sus edificios asentados y taciturnos que ven pasar el devenir de los hombres, de las plazas enmudecidas por unos aires que recuerdan y apenas esperan, de todo esto no puede el navegante escapar. Se instala en la melancolía de su cielo gris, de sus paredes desgastadas, de sus batallas con la historia. Un restaurante medieval que nos muestra esa vida ya leída en las cicatrices de sus esquinas y una escultura donde lo contemplo todo con vertiginosa perspectiva para volver al barco, para llevarme un pedazo de mi propia pesadumbre. El resto lo dejé en aquellas piedras incrustadas.

martes, 4 de noviembre de 2008

Crucero por el Báltico

Ya conocía el funcionamiento de un monstruo de estos. Amigos me hablaron de sus experiencias en el agua, el cine nos mostró cómo se mueve esta forma de pasar las horas, "El navegante" y "El acorazado Potemkin" inmejorables, Santi Andía nació predispuesto a surcar las olas, nos lo contó Baroja. Yo me quedo con lo que se ha escrito y filmado sobre los mares, lo que escucho lo discuto. El crucero fueron 9 plantas de ininterrumpida actividad. Nada variada. En un piso comprabas alcohol, en otro te lo bebías, dos más abajo lo sudabas, en el último lo dormías. Un barco compuesto casi en su totalidad por estudiantes tiene mucho de desfase y poco de descanso. Tampoco fuimos a un congreso, respondimos a lo esperado. Pero hubo otro viaje distinto alejado de esa comuna ciega. Fue el viaje de las pequeñas reflexiones, de las confesiones secretas, de los amaneceres bajo cero, de la subida a las torres prohibidas contemplando las tinieblas bálticas, de las mentiras boludas de mis orígenes. El viaje que me estrecha a mis compañeros y que me aleja de mis enemigos. Quiero seguir pensando en ese marinero, Santi Andía, de la forma en que lo he hecho hasta ahora. De lo contrario no volveré a leerlo. Es turbadora esa sensación de falta de espacio. Unos lo llaman claustrofobia, yo prefiero hablar de obstentación.