martes, 30 de septiembre de 2008

Rugby en Suecia


Cuando llegué hace ahora casi dos meses tenía serias dudas sobre qué deporte practicar del amplio espectro. No tardé en apuntarme a un gimnasio de última generación. Pagué 4 meses de una estocada pero algo tienen las pesas que se me indigesta. Me resulta absurdo engordar músculos sin otro aliciente que el propio culto al cuerpo, no comparto el exceso de narcisismo de aquellas moles hiperdesarrolladas, esas masas tan alejadas del patrón clásico como del ciudadano real. Pronto supe de un equipo de rugby en la ciudad y me acerqué sin titubeos. Ya el año pasado me inicié en esta práctica y la experiencia me apasionó. Los muchachos de aquí presentan esa actitud hogareña que te empuja a formar parte de ellos, a ser uno más desde el principio, sin excepciones. Cambiaron su lengua materna y se convirtieron al inglés para evitar discriminaciones, aunque en mi caso igual me siento, pero esto es cosa mía, mi problema. Inmediatamente me obligaron a participar en sus comidas y bebidas, y ahora me piden operas y vino de Rioja. Es un privilegio compartir con ellos viajes por Suecia, noches y muchos entrenamientos. La liga terminó este sábado, el frío lo hace imposible, pero seguimos practicando y tenemos apalabrados algunos amistosos. Me gusta sentirme partícipe de esta gran metáfora de la vida que es el rugby. Cada uno con su papel en el terreno de juego, todos imprescindibles, comprometidos con el equipo, sacrificados por el compañero. El último mono es el primero y es sagrado, intocable.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Ese buscavidas


Se trata del cine con el que crecieron mis mayores, el mismo cine que desde crío me han mostrado, esa escuela imborrable de la pantalla y de la vida. Ver a Newman en un plano tiene el grave peligro de la hipnosis. Su mirada cautiva, su sonrisa arrasa vendavales, un mal gesto te enamora, uno bueno te condena. Fue saltando de historia en historia dejando huella, haciendo de cada trabajo algo memorable, y sospecho que en su mejor papel fue él mismo, porque así me pareció, un "buscavidas". Capaz de someter a Elizabeth Taylor, de nublar la belleza de su amigo Robert Redford, de acallar a ese insensato de Steve McQueen, de robarle el público más joven a un joven Tom Cruise, de comerse 50 huevos ante un soberbio George Kennedy, y de hacerlo todo por huevos. Paciente, burlón, alcohólico, sabio, joven, anciano, pícaro, amante, indomable... buscavidas. Todo esto lo dejó gravado Newman, ese golfo, para siempre. De aquel adolescente con un cierto aire a Marlon Brando, más dulce y travieso, como en "La gata", a una presencia más madura pero igual de canalla como en "El Golpe". Supo hacerle frente al paso del tiempo, acompañó su ocaso sin postizos, envejeciendo hermosamente. Ha muerto rodeado de los suyos, retirado a tiempo de ese mundo tan corrosivo que a otros destruye. Con él se va una época dorada aguardada en estanterías. Jamás morirán esos ojos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Estocolmo


Tiene Estocolmo esa presencia de mujer madura perpetrada en mil amores, con un pasado que calla y padece, y un espíritu que aguarda ante el azote helado del mar Báltico. Por sus calles discurre una historia íntima que dejó reinados, comercios, estrategias... vidas. Tiene Estocolmo un reloj en sus manos que da cuerda a su antojo. Paseas por sus adoquines adormecidos y si la lluvia lo permite alcanzas a divisar verticales edificios que levantó la nada. Es una ciudad pequeña que duerme y sueña escondida de Europa, que transporta al viajero y lo arrebata. El mar acecha su terreno, se entromete, serpea formando islas y amenaza. Pero su tierra es sólida y robusta, inquebrantable. Enseguida atardece. Es inevitable parar en una de sus cafeterías oscuras. El calor de la leche que es consuelo, la blandura de alguna magdalena que es pecado. Después de esta tregua requerida vuelves a pisar los pasos de Einstein y Camus y echas una última mirada a su trazado confuso. Se ha hecho de noche. Un metro pulcro te conduce. Aún por la ventana se deja ver su extraña naturaleza, esa extraña mezcla entre innovación y respeto al medio ambiente. Atrás dejamos una criatura que se ilumina entregada a otra noche inconfesable. Y yo sueño.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Final


Entramos juntos en aquel habitáculo enorme. Fuera el verano ya ofrecía sus primeros baños y pasiones, no para nosotros, una vez más los últimos. Sabíamos de antemano que aquel examen era un visado para Septiembre, siempre condenados a Septiembre, a sus atardeceres eternos, a sus noches alucinógenas. ¡Hasta dónde hemos llegado por un examen! Yo lo sabía, ninguna duda de que aquellos problemas serían los últimos que compartiríamos, y por eso permanecí las 4 horas delante de los folios, esbozando microestados, sin tener la mínima idea de lo que me estaban preguntando. Y allí dejamos la clase, esta vez tu para toda la vida, seguro prendida en tu memoria. El verano lo pasé naufragando entre esto y esto otro, nada en claro. Tu sujeto a una silla que yo no pude acompañar. Las decisiones hasta el final. Y ahora tienes tu final. Después de años de clases y laboratorios, de días inacabables, de un tropel de asignaturas envenenadas, todo se termina. Después de balancearte sobre la hoja de una navaja debes sentirte descansado, ya lo tienes, eres físico. Me siento eufórico por haberte acompañado a tantas humillaciones y haber salido ilesos, tienes tu prueba. Pero al mismo tiempo estoy algo hundido porque los años de estudiante que compartimos ahora son recuerdo y encaro estos últimos pasos solo, alejado de esa especie de progenitor que has sido para mí. El tiempo pasa y nos hacemos mayores, es inevitable. De lo que te suceda ya me irás contando. Hasta mañana amigo Pablo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

"Aquellas pequeñas cosas"


Me encontraba en mitad de HG, una discoteca de por aquí a la que le debo muchas noches en vela. El reloj alcanzaba una hora severa, estaba algo desorientado y sin ganas de irme a la cama. Los Martes se fija a las 2 el toque de queda. Necesitaba más, es injusto apagar una noche de esta forma. Entonces lo vi claro. En el armario de mi casa guardaba un lomo impresionante y un par de fuets, todo un impagable regalo de tierras españolas sumamente estimado por aquí. Elegí dos grupos de muchachas entre la abrupta sala. Me limité a invitarlas. En 10 minutos en mi puerta, inocentemente, para tomar algo y seguir hablando. De inmediato con un cuchillo en la mano, vaciando el embutido, aguardando. No se cómo se corrió. Yo esperaba a una docena de personas solamente y cuando saqué la comida la vista no me alcanzaba a digerir a la muchedumbre. Qué hacer. Ya que la tienes montada la rematas. Empezaron a llenarse platos, se sumó el queso, algo de jamón, tomates, y terminamos comiéndonos a España, sin ningún tipo de piedad. Mi cuarto se convirtió en un servicio público y el edificio en sí en una pócima con extraños condimentos, cada uno de su padre y de su madre. Le mostré más sobre mi tierra a una joven. Fotografías, escritos, mi desorden. Y ella me habló de "las pequeñas cosas" de mi cuarto. No pude evitar poner a Serrat. Fue insufrible explicarle la canción, creo que no lo hice bien del todo, pero volvimos a escucharla, esta vez rematando una botella de El Coto. Son estas pequeñas cosas, "aquellas", que cantaba Serrat, las que me están haciendo enorme. Hasta mañana amigos.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Frío


No es tal el frío de estos últimos días, me dicen los autóctonos, los perpetrados por las heladas de esta zona tan despiadada. No lo será para ellos, para mí que vengo del Sur, tan acostumbrado al oleaje del asfalto, a la miseria floral y a una sequedad incompasible empieza a ser un problema el descenso vertiginoso de las temperaturas. Miré que la mínima para hoy alcanzaría los 5ºC. Eso es un día duro en Granada, evitando sus ancianas calles, saliendo para lo imprescindible. Recuerdo mi primera noche en Suecia. Una resaca bestial no permitía que me aclarase. En cuestión de horas pasé de un ardor exasperante a sentir sobre mi calva el gélido metal de un hacha, así, con la misma resaca y con el cráneo abierto, frígido. Han pasado más de 40 días y esto no da tregua. Hasta hace una semana era llevadero. Mucha rasca por la noche y sobre todo por la mañana a primera hora. Pero hoy ha sido distinto. He tenido que hacerme con mi viejo gorro de lana, y para ello ordenar el cuarto porque rastreando no ha habido forma. Me he atado la bufanda al cuello y con un chaquetón bien curtido me he montado en la bici. Por mi lado ha pasado un tipo en mangas de camisa. Muy rubio y muy hombre él. Sin salir de mi asombro peladeaba sin guantes y ese vientecillo cortaba mis falanges como cuchillas. Cuando he aparcado una locomotora ha recorrido cada uno de mis huesos y me he jurado a mi mismo que de mañana no pasa la compra de unos guantes. Que ya sabéis, el frío empieza por los dedos y rápidamente lo contagia todo. Cuando te vienes a dar cuenta te has quedado sin parte sagrada. Hasta mañana amigos.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Cuando el cine tiene que esperar


Solía cruzar dos calles, echar un vistazo muy meditado y debatirme entre dos o tres cintas, y solía hacerlo 3 o 4 veces por semana, siempre por la noche. El pequeño videoclub Hollywood, muy desordenado y transitado, me apartaba las moscas de la cabeza, me ofrecía buenas dosis de cine y me regalaba un paseo incuestionable. Pero ahora me pilla demasiado lejos, porque ahora me pilla demasiado lejos cualquier cosa. Así que me he abonado a algo tan detestable como necesario, a las insoportables descargas de internet, al sufrimiento de la expectación. Enciendo mi ordenador e inicio el programa. Antes he hecho una cuidada selección de lo que me apetece y le doy las ordenes. Persigo la trayectoria de la bajada. Esta se está retrasando demasiado, lleva un día bagando en el 70%. Si uno tiene hambre se va a la nevera, si tiene sueño a la cama, si está caliente y la cama es imposible al baño, pero si le apetece ver algo de Wilder... lo mejor es que se la casque mientras tanto, y aquí vale cualquier sitio por muy arriesgado que sea, porque tienes las mismas. Dependes de un sistema del que todo el mundo habla y yo no termino de comprender. No se si va contra la ley y si se viola el canon ese que ha unido a tantos artistas, no lo se, lo mismo me da. Lo único que tengo claro es que la espera es inhumana y que pagaría el triple por tener un videoclub aquí como el de Granada. Al final y si eres afortunado tienes tu película, otras veces no es tal película y si una pornográfica que llevaba el mismo nombre. Pero a estas alturas quién tiene fuerzas para volver a cascársela. Hasta mañana amigos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Aitor


Formamos parte de la primera hornada, fuimos los que decidimos acabar con el verano de forma más tajante, no conocimos agosto porque se lo llevaron los diablos, luego... luego vinieron otros. Fue instantáneo cómo nos aferramos, parecíamos amigos de toda la vida y apenas recordábamos algunos nombres, demasiados para una misma tarde. Pasada una semana inseparables. Supongo que en principio todo obedecía a la supervivencia, la soledad aprieta a más de 4500 kilómetros, después humanizamos la relación. Vivimos sobre una arquitectura cimentada sobre todos nosotros, si desaparece el menor elemento nos derrumbamos. Esta semana escuché algo terrible. Aitor abandona esto, ha desaparecido. Se me queda el paladar quebrado. Me enseñaron el pastel, incluso me dieron a probar, pero se lo zampó otro. Tengo la sensación de haberme quedado a medias, de haber perdido algo, ahora para siempre. Compartimos grandes momentos evocando musas, con un reloj en la mano para hacerlo perfecto, calculadores del mínimo detalle, podridos de melancolía pero bien rodeados. Se acabó compañero. En la memoria queda lo que pudimos haber compartido. Seguro que haces lo correcto y que todo funcionará en tu vida. Aquí seguirás teniendo un hueco impresionante, el mismo que dejas. Hasta mañana amigos.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Días de vuelos


Hoy es 11 de Septiembre y es irreprochable mirar atrás. Aquello enmudeció al mundo y aún hoy, 7 años después, el pánico pasea libremente, sin indiferencia, aún con consecuencias. Uno se prepara para facturar. El billete lo compré hace meses. Es curioso la celeridad del tiempo, no da tregua. Ha sido un verano sin indulgencia. Una mañana como la de hoy mismo la muerte se paseó por la T4 y extinguió a demasiadas personas. Personas como yo, en el instante previo de tomar el vuelo, en la recta de aceleración. Pienso en ellas en el momento en que acabo de dejar tierra, ahora que paseo por los aires y que me siento preso en un cuerpo plomizo. Termino dormido y sueño, sueño con algo hermoso, una mujer debe ser. Despierto con un sudor que me aterra y se me instalan en la cabeza aquellos desgraciados de los Andes, los meses que pasaron comiéndose a compañeros y familiares, perdidos en mitad de la nada, en el olvido. Prosigo mi viaje, desde esta altura no puedo hacer gran cosa. Entonces imagino los miles de vuelos diarios, aviones de un punto a otro punto dándole vueltas al globo como si fuese una pelota de plástico, y los miles de días que lleva esto funcionando. Todos recordamos el 11-S, y aquel Agosto en la T4, incluso el cine nos contó la supervivencia del joven equipo de rugby. Vivimos en un mundo de morbo y de mierda. Nos entran con calzador las noticias negras a gran nivel, enseguida queremos saber más, saberlo todo, primeros y últimos pensamientos. Y en este momento, solo en este momento que me puede pasar a mí, me acojono. Ya saben lo que está pasando por mis sesos antes de la catástrofe. Al menos esto ahorrará horas de trabajo. Hasta mañana amigos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Multicultural


Volví a quedarme solo al final de aquella clase, como si nada fuese conmigo, ajeno a todo cuanto sucedía. Enseguida empezaron a formarse grupos y a mezclarse los orígenes. Europeos con asiáticos, estos a su vez con africanos, algún sudamericano tal vez. Me dispuse con formas educadas mesa por mesa mendigando acogida. Un francés de aspecto rudo que había conocido semanas antes se excusó de mil formas distintas y solo logré entenderlo en los aspavientos de sus brazos. La chica negra ya estaba comprometida y una musulmana, de divinas proporciones, negó con su cabeza al menos tres veces. Entonces me vi apurado de verdad. En parte porque el habitáculo se vaciaba por momentos, pero lo que verdaderamente me apestiñaba el estómago era que un detestable trabajo en inglés sobre algún tema indiferente se estaba agolpando en mís próximos días. Y ocurrió. Allí los vi, con un concurrido discurso en alguna lengua perdida, referidos a su Irán natal. Me asistieron y me dieron mi parte del ejercicio. No tuve que soportar la totalidad del texto y al menos esquivé 30 páginas. Hice lo mío, entendiendo lo justo, pero con una expresión severa de que lo presentado era consistente. Esta tarde Amir ha hecho la presentación y a pesar de haber estado 3 días elaborando cada palabra yo he asistido a un partido de tenis. De las preguntas de los compañeros a las respuestas del muchacho y así hacia una espiral de incomprensión. Ni idea de lo que hablaban pero he resistido con la misma estúpida autoridad en el rostro. Al final me han dado las gracias por mi parte y en clase han aplaudido. He cogido mi bici y de vuelta a mi casa pensaba en ellos. No somos tan distintos y desde este momento, en clase o en la vida, inseparables. Hasta mañana amigos.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Barbacoas

En los primeros días de esta historia la universidad nos invitaba a una barbacoa. Enseguida por mi cabeza desfilaban sabrosos lomos, ristas de salchichas, pancetas en su punto, buena cerveza muy fresca, y lo típico de este rito tan ancestral como obligado. Pero mi imaginación es osada y mis intenciones caminan demasiado lejos. Se me cayó el rostro cuando descubrí que todo el manjar se reducía a salchichas frankfurt, a un par de "hot dogs", un bocado detestable que revuelto con hambre suele entrar a la perfección. Lo tomamos a risa, además llovía y resultaba curioso ver el fuego cercado por el agua. Es Suecia pensamos. Lo que no nos hizo tanta gracia fue la bebida. Había cerveza por supuesto, pero caliente, sabía como a meado, un potingue para el que lo quiera. Y así las cosas ahora somos nosotros los que nos reunimos alrededor de un fuego para darle cuerpo a lo que aquí llaman barbacoa. Yo prefiero venir cenado, o merendado, hablamos de las 6 de la tarde, y afrontar bien nutrido lo que pueda depararme el resto de la escasa noche. Me equipo con "Xider", una especie de sidra algo alimonada con un cierto sabor a jarabe, se puede beber. Y enseguida se cierra el cielo. Sin saber cómo solamente hablo en inglés, estoy en mitad de una fiesta en una habitación que desconozco, rodeado de suecos con peinados extravagantes, pintura en los ojos y pinchos por el cuerpo. Esnifan un gas extraño y beben medio litro de cerveza con cronómetro. Es todo muy surealista. Son insólitas estas barbacoas pero el resultado es el mismo. El día siguiente lo paso postrado en mi cama, descojonado, como único testigo de esta ruidosa realidad. Hasta mañana amigos.