domingo, 14 de septiembre de 2008

Cuando el cine tiene que esperar


Solía cruzar dos calles, echar un vistazo muy meditado y debatirme entre dos o tres cintas, y solía hacerlo 3 o 4 veces por semana, siempre por la noche. El pequeño videoclub Hollywood, muy desordenado y transitado, me apartaba las moscas de la cabeza, me ofrecía buenas dosis de cine y me regalaba un paseo incuestionable. Pero ahora me pilla demasiado lejos, porque ahora me pilla demasiado lejos cualquier cosa. Así que me he abonado a algo tan detestable como necesario, a las insoportables descargas de internet, al sufrimiento de la expectación. Enciendo mi ordenador e inicio el programa. Antes he hecho una cuidada selección de lo que me apetece y le doy las ordenes. Persigo la trayectoria de la bajada. Esta se está retrasando demasiado, lleva un día bagando en el 70%. Si uno tiene hambre se va a la nevera, si tiene sueño a la cama, si está caliente y la cama es imposible al baño, pero si le apetece ver algo de Wilder... lo mejor es que se la casque mientras tanto, y aquí vale cualquier sitio por muy arriesgado que sea, porque tienes las mismas. Dependes de un sistema del que todo el mundo habla y yo no termino de comprender. No se si va contra la ley y si se viola el canon ese que ha unido a tantos artistas, no lo se, lo mismo me da. Lo único que tengo claro es que la espera es inhumana y que pagaría el triple por tener un videoclub aquí como el de Granada. Al final y si eres afortunado tienes tu película, otras veces no es tal película y si una pornográfica que llevaba el mismo nombre. Pero a estas alturas quién tiene fuerzas para volver a cascársela. Hasta mañana amigos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

thats amazing story.

Ana dijo...

Existen videoclubs allí también, solo necesitas un personummer. Espero que seas afortunado y tengas uno, nosotros teníamos amigos suecos que las alquilaban por nosotros :)