sábado, 31 de enero de 2009

Berlín



Llegó agotado de recorrer Europa. Le acompañaba algo de equipaje, unos pies enfermos y una extraña melancolía. Ya había estado en aquella ciudad. Atravesó sus avenidas bajo la oscuridad de un cielo herido demasiadas veces. Besó sus cicatrices sobre sus pavimentos, las bombas que aun escuchaban las esquinas, las ruinas que dejó la barbarie. Se detuvo ante el holocausto. 12 millones de humanos exterminados. El hombre contra el hombre no hace tanto tiempo. Dobló la calle acusado por bigotes espinosos. Dos imperios sobre una sola ciudad. Una ciudad quebrada, separada por un muro con cimientos de vergüenza y altura de clausura. Familias divididas aguardando, con sentimientos incrustados en los metales, con ojos ciegos a un fondo gris. Nubes que van y vienen, horizontes de cemento, 28 años de espera. Y la ciudad que no olvida, que tampoco esconde y que resurge de sus escombros. Descansó en un café de una casa ocupada. Una ciudad distinta, escondida de su historia y del mundo, ajena al resto, con una sola mirada a su interior. Volvió a pasear por sus avenidas. Aquella ciudad de noche era aun más triste.

jueves, 29 de enero de 2009

Un viaje fantasma

Me levanté a las 8:00. No como de costumbre. Con el grave presentimiento de perder algo, bajo el signo de otra posibilidad, con el pie equivocado. A las 15:30 un vuelo destino Alicante llevaba mis datos. Mañana iría a Granada a por apuntes, vería a mis compañeros de clase y el mismo sábado empezaría a estudiar. Me daría tiempo a preparar una para Febrero. Entre problema y problema tal vez miraría hacia Suecia, a sus bosques, a sus erasmus, a esa renuncia definitiva y resignado pasarían mis días. Pero me quedé clavado en una parada de autobús. Despidiendo a mi primo, despidiéndome de Febrero hasta el año que viene, despidiéndome de lo de siempre y de la vida que pretendo. Volver a España ahora mismo significa mucho dinero. Es el principal motivo. Aunque existen otros. Los viajes por Europa, otras gentes de todo el mundo, sus costumbres y sus problemas, mis compañeros de España, las rubias y más que nada las morenas, las que se fueron y las que han vuelto, las que empiezan, me iría con aquella que se fue, mis amigos que vienen a visitarme, los que no pueden y lo harían, y sobre todo Suecia. Controlaré mis ansias por acabar con esto y aprovecharé esta oportunidad irrepetible.

miércoles, 21 de enero de 2009

Xevier

Todas estas cosas, las que dijimos ayer y las que no se dirán nunca. Tus meses en Suecia. Alguna borrachera, Cataluña y España, psicoanálisis al borde de la media noche. Una furgoneta que devora bosques, un barco que apenas se detiene, juntos bajo el nivel del mar, Munch y Van Gogh. Sobre todo Dalí que es de Figueras. Visitas a Linköping, visitas al Ikea, un lago al otro lado, filmotecas revisadas, una memoria imborrable y unos ojos hacia Castellón. El tiempo es inevitable. Al final solo nos queda un gesto atrás y solo seremos recuerdo y solo lo que fuimos. Se marcha el hombre detrás de la cámara, el viajero incansable, el más judío de todos los perros, el gigante tras la mirada de sexo, uno de los nuestros. No se si volverás sobre las aceras de Ryd en alguna ocasión pero tu tosco castellano, tu inteligencia precisa y sobre todo tu postura hacia la vida siguen entre los charcos helados de nuestras cabezas. Hoy como siempre regresaba del bosque por tu calle y me detuve en tu ventana. Tenía algo que contarte. Lo de siempre. Historias de mi tierra, nuevas ideas, la última novela. Volví a mi cuarto. Jamás debió existir Enero. Enero acabó con todo.

martes, 20 de enero de 2009

Amsterdam








Amsterdam te recibe con una bofetada de alguna hierba, señoritas en las ventanas y chulos en las aceras, reflejos de neón en los canales, estancias ocupadas, serpientes en los adoquines y banderas de libertad. Yo no soy libre paseando por su distrito viril sementado de rojo corrosivo, ni soporto la hipocresía de su política permisiva, ni puedo entender en que han quedado los rincones donde Rembrandt tomó lecciones de anatomía. Pero Amsterdam no es solo vicio, hay una parte de la ciudad que calla, que nunca despierta y que transporta al viajero. Allí las fachadas se repiten abalanzadas hacia las aguas, allí las calles parecen maderos dilatados, allí la oscuridad traza un camino de silencio y de misterio. Sobre sus paredes cuelgan lienzos de Rembrandt, sus huellas nos cuentan historias de aquel loco del pelo rojo, sus lienzos también cuelgan de sus paredes. Los canales se estrechan y los puentes vuelan de una orilla a otra. Los tranvías irrumpen en la soledad del asfalto conectando todos los puntos. Un ejército de bicicletas ruedan por los carriles. Apenas existen personas. Alguien que pasa, otro que espera y nosotros que huimos. Nadie.

lunes, 19 de enero de 2009

Amberes. Tras los cristales




Anochece en Amberes. El frío ha barrido a las gentes de las calles. Tan solo espacios verticales, faroles a lo lejos y una torre que rasga el cielo. Amberes se vuelve intransitable al término de esta hora. Unas campanadas acuchillan el viento y musitan una pieza conocida. Apenas las siete de la tarde. Nada queda de la ciudad melancólica de la mañana, de los distintos pueblos amontonados en su fachada, de las plazas escondidas, de los pasos de Rubens, de los comercios en las grandes avenidas. Ahora toda la ciudad es tragedia y oscuridad. Tras los cristales un grupo de personas se sientan a la mesa. Aquellos comen sin decirse nada, esos beben entre risas, esta mujer piensa y lo hace sola. La vida de esta mujer me interesa. Puedo comprenderla. Entraría y hablaríamos de cualquier cosa. La vida está tras los cristales. El viaje ha sido duro. Agotamos la noche frente a una chimenea en el café del albergue. Buena música, miradas perdidas, el frío desaparece. No hay nada que decir. Lo dijimos todo, al menos gran parte. Esto se termina. Ellos atraviesan sus ideas. Yo me quedé tras los cristales..

martes, 13 de enero de 2009

Senderismo


Terminas satisfecho de unas piernas amenazadas, sepultado en el sofá familiar roncando la marcha que te ha llevado hasta él, la tarde se consume y sigues inmóvil, reviviendo cada paso. Nos salió una buena ruta. Cuando desperté aun era de noche. Muchas veces me metí en la cama a esa hora, el viernes pasado sin ir mas lejos. Prefiero vivir la mañana que dormirla. Todo el día por delante. Las horas, la gente, la luz. En Suecia no tengo luz, las horas son más alargadas y la gente, la gente se esconde. Pronto eres parte de un camino, compañero de todas las piedras, un guardián de la montaña. Y surgen grandes conversaciones con amigos, hablamos del otro mundo y del nuestro, nos entendemos algo más, ninguna duda de por qué estamos juntos en esto. Pero las mejores conversaciones se tienen en silencio. Te acercas a tus problemas, desnudas a los fantasmas de toda la semana, imaginas que ya no existe aquella mujer, imaginas que estas solo con esa montaña, y por un momento estas a solas con esa montaña. No importa lo demás. Eres tú, tus pasos y un camino. Borges nos contó que los caminos se bifurcan. Condenados a elegir. Esta ruta no soluciona nada y lo aclara todo. Tengo una ampolla entre los dedos. Me clavaré una aguja para seguir adelante.

lunes, 12 de enero de 2009

Granada

Volví a Granada. Volví a su laberinto de calles amontonadas, a sus paseos al otro lado del rio, a sus tapas en rincones comprimidos. Allí, en pie, con una cerveza en los labios y una croqueta en el estómago, escuchando a mis amigos, sus carreras, sus amores, sus vidas. No ha pasado tanto. La última vez que estuvimos juntos fue en Julio, a otros no los veía desde Junio, con muchos me separan años. Descubro que sus mundos han cambiado, que es otro el que duerme en la 110, que aquel muchacho de San Juan de Dios ahora va y viene, que algunos se mudaron de apartamento, la mayoría ya no viven en esta ciudad. Y me lo he perdido. El mundo que dejé es otro pero ellos son los mismos. Esto también lo descubro. Café y tertulia con gente que amo, rostros imborrables en las esquinas de siempre, compañeros adormecidos tras horas de estudio, un colegio distinto, sin ellos, vacío. La Alhambra desde un vértice. Si fuese de noche treparía por esos adoquines con una mujer. Y volvería a callar. Y volvería a Granada. En el camino de regreso descubro mi carrera, mis amores y mi vida. Descubro que quiero volver a Granada y descubro que mañana vuelvo a Suecia.