jueves, 28 de agosto de 2008

¿Ser o Estar?


Quizás lo haya dicho alguna vez pero nunca tan fuerte, adoro el castellano, adoro sus irregularidades y entresijos, su compleja arquitectura, todo. Su ortografía es cuestión aparte. Ahora que me encuentro en mitad de clases que me hablan en inglés, desbordado de trámites con papeles en sueco, detenido en mitad de discotecas ante el bullicio de la incomprensión absoluta, entre sueños de boca muda y despertares de holocausto, encuentro, casi perdido, un ángel caído de Chipre que quiere aprender mi lengua. Y no tengo la mínima duda y me dispongo a enseñarle lo que buenamente puedo como buenamente sé. Ahí estamos los dos, en un cuarto que acabo de ordenar, explicando castellano con mis torpes maneras sajonas y ella tomando notas en griego. Esto es surealista, pero válido. Y mientras paladea sus primeros vocablos españoles, con una lengua que no termina de apuntar en la dirección correcta, me hace una pregunta que me destroza. Para To be, cuándo Ser y cuándo Estar. Desaparezco unos segundos del habitáculo para hacer un breve repaso. ¿Ser o Estar? Enseguida comprendo que no se lo que soy y que no me alcanzan los ojos para ver dónde estoy. Le digo que esta cuestión pertenece a otra clase, en otro momento me debatiré con esta maraña. Han pasado algunos días desde aquella lección. Con toda una lista mental solo puedo asegurar lo que no soy. En cuanto al verbo estar, no llego a nada, ando como perdido. Para explicar esta vicisitud primero tengo que aclararme. Hasta mañana amigos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Encuentros en el bosque


A un km y medio de mi casa se expande un bosque embrutecido, sin tregua para el espacio, en el que nace un estrecho camino de virutas de madera donde muy a menudo voy a correr. Se te inundan los pulmones de un oxígeno puro, hasta vicioso, al tiempo que tus piernas suben y bajan por un recorrido impoluto. Aquello es un fenómeno social, encuentras de todo, ancianas con bastones a buen ritmo, niños chicos en carricoche, atletas haciendo series, abuelos con sus perros y jóvenes en bicicleta. Cuando crees que no existe nada más allá de este paraíso encuentras unos campos de césped y ves a lo lejos como se disputa un partido de fútbol. Entonces recuerdas a tu gente, con lo que ellos aman este deporte pasarían aquí más de una tarde, aquí, en mitad de esta selva. Me detengo para tomar aire, la última cuesta me ha dejado tocado, y me percato que los monigotes borrosos sobre el terreno de juego son niñas, tendrán unos 20 años así que ya están formadas. Hace un mes, si veía a una tía darle patadas a un balón era algo insólito y por supuesto su integridad moral corría un serio peligro. No ahora, en este país ellas son las amas de la pelota, las encuentras por todas partes, en la universidad, en el bosque, a orillas de la carretera y todo en césped. Ya me he recuperado. Echo un último vistazo, para mí son las auténticas hadas de este cuento de gnomos y dragones. Prosigo mi carrera. Hasta mañana amigos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Cartas, relaciones, cartas


Mi ordenador era un ser maltrecho, castigado por el paso de los años y una impostura del que lo tutelaba. Tuvo una vida larga, de unos 5 años y la vivió intensamente, con trabajo y película diaria. Un día cogió un resfriado que lo fue debilitando hasta que la pasada semana dejó de existir, simplemente se apagó. Entonces me sentí indefenso, aislado del mundo, como de otra época. Caminaba sin rumbo, siempre mendigando espacio en el teclado de algún compañero, en el más absoluto despojo. Enseguida eché mano de "El jugador", una novela de Dostoievski que debí terminar hace demasiado tiempo. A medida que pasaba el tiempo el grosor iba disminuyendo y me veía de nuevo evocado al aburrimiento. Pero una mañana de tantas abrí mi buzón, el mismo que otros días me había dado cartas con otros nombres, publicidad y correspondencia bancaria, y encontré un diminuto papel que me remitía a la oficina de correos. Me hice con un autobús que me detuvo en una estación para coger otro que finalmente me apeó en la dirección indicada. Y ahí estaba. Una enorme caja verde, de unos 15 kg, con letras castellanas y familiares. Paseé el paquete por Linköping y llegué a mi cuarto, solos él y yo, con un cuchillo en la mano a punto de trepanar sus entrañas. Lo abrí sin más, estaba agotado del viaje. Por fín literatura para meses y abrigo para el invierno. Definitivamente salvado. En 15 días tendré otro ordenador. Soy un consentido. Hasta mañana amigos.

domingo, 17 de agosto de 2008

Fiesta en Suecia



Aquí la cosa está difícil, pero no imposible. Es otra mentalidad, otra forma de ver el prisma radicalmente opuesta a lo habitual. En un supermercado común no te venden algo más fuerte que una cerveza de 3,5. Pero uno se entera, en plena ley seca, que hay unas tiendas del gobierno donde se permite el comercio de bebidas de graudaciones superiores, y acude como un loco a hacerse con una botella, da lo mismo, de lo que sea. Se trata de una especie de muestrario de distintos licores, hay de todo y de todas las marcas. Y cuando piensas que ya tienes la fiesta montada y empiezas a divisar lo que la noche dará de sí caes en la cuenta que un mísero cristal de negrita cuesta unos 32€ y que todo ronda ese precio. Te vas a lo seguro, a los vinos, donde un cartón de los de mendigo está por los 5€. Con esto haces botellón en España y sabes lo que estas bebiendo. Lo aceptas con resignación y te juntas con los españoles y con algún esloveno o alemán despistados y te la montas. Siempre mirando el reloj porque hay que estar antes de las 23:00 para entrar en no se qué discoteca y para llegar a ella son necesarios unos 10 minutos en bici. Puesto no se puede bromear con la carretera, tiene su peligro pero también su encanto. Entras en un pub y mientras tratas de deshojarte observas a tu alrededor en una pista de baile una manada de suecos descontrolados. Ellos se dedican a dar empujones a destajo, ellas guarrean con todo lo que les planta cara. Estos suecos no saben beber. Te das cuenta que vuelves a tener 15 años y que no estamos tan lejos de Pajares y Esteso. Con lo que yo odio esa oscura etapa del cine español llamada destape. Hasta mañana amigos.

viernes, 15 de agosto de 2008

La víspera del 15 de Agosto


Por estas fechas solía llevar un par de semanas de religiosa asistencia a la biblioteca. Merecía la pena el aire acondicionado y las chicas a pesar del trance que me llevaba desde mi casa hasta ella, en Agosto no hay quién pasee por Lorca. Pero la víspera del 15 de Agosto era diferente. Como cada mañana salía a eso de las 9 y tras un par de horas de divagaciones terminaba tirado en la calle con algún amigo preparando la noche. Botellas de ron, cocacolas, vinos, sandías, algo de comida y muchas ganas. Luego cogíamos el coche y desde las 22 formábamos nuestro corro en esa arena helada de la Mar Rabiosa. Allí todos nosotros y por unos solos minutos, bebiendo y comiendo en la más absoluta oscuridad, con el presentimiento de estar apunto de asistir a algo grande, recordable por siempre, ante un tropel de desconocidos. El resto es laguna y desorden, en ocasiones degeneración. Pero son esas noches de desenfreno las que ahora me hacen volver a Terreros, las que llevan todo el día acercándome a vosotros, a esas golferías de chiquillo. Hasta mañana amigos.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Mi bicicleta


Acostumbraba a moverme a patita, nunca me han importado las distancias largas. Únicamente cogía el autobús para lo imprescindible, ir a la estación para volver a Lorca o para subir a Cartuja algún día. Pero en Linköping es diferente. Tras unos primeros días pateando bosques, calles y centros comerciales no ha cabido otra que comprar una bici. Recuerdo aquellas mañanas heladas de enero caminando conmigo mismo dirección a ciencias. Sobre el asfalto una estampida de coches, en la parada del bus demasiada gente con rostros dormidos y ante mí una chica pegando pedaleadas. Siempre era la misma, con su misma sonrisa de historias inconfesables y su mismo aspecto escandinavo. Rompía la monotonía de las primeras horas y me alegraba el día. Luego desaparecía entre las calles y yo volvía a la acera. Ahora yo soy esa joven, en un país que no conozco y con un idioma que apenas hablo, con una sonrisa de historias inconfesables y con una bici inseparable. Presiento que somos uno. Voy donde me lleva y me espera allí donde estoy, amarrada en una farola o junto a un árbol, su paciencia es infinita. Subimos cuestas, atravesamos adoquines, cruzamos puentes. Siempre nos acompaña el comentarista del Tour y sueño con que soy Alberto Contador y que me exprimo al máximo como ya lo hiciese Perico subiendo el L'Alpe d'Huez. La aparco y compruebo dos veces que he puesto bien el candado, si me la roban estoy perdido. Entro en mi cuarto y enciendo el ordenador y descubro que el nombre del ciclista del momento es Samuel Sánchez. Pero para mí siempre será Contador, no hay otro. Hasta mañana amigos.

lunes, 11 de agosto de 2008

El sueco y demás despropósitos


Llegué a Suecia demasiado predispuesto, con una lista mental de cosas por hacer, con todo bien amueblado y sobre todo muy convencido. Ya que estoy por arriba cómo no visitar Noruega, Finlandia y Dinamarca, incluso puedo llegar a Rusia y pisar la tierra de Dostoievski. Otro propósito era evitar a toda costa españoles, por eso de lograr el preciado idioma sajón, ya me entendéis, un tiempo retirado de la faz de la tierra para volver con un completo dominio del inglés. Y por supuesto, si iba a estar un año por aquí tenía que aprender sueco, no se pueden desperdiciar oportunidades de este tipo. Tras una decena de días he sufrido un profundo desalojo y toda mi maqueta mental parece haberse derrumbado. El precio de las cosas es prohibitivo. Lo se porque lo dicen mis compañeros acostumbrados ha hacer la compra porque yo soy nuevo por aquí. Con todo esto mis viajes se ven seriamente amenazados. Luego está el tema de los españoles. Nada más verlos se me activan las defensas y acudo a ellos en busca de abrigo, a practicar la lengua castellana que parece exterminada. Y qué puedo decir del sueco. Aquí no se escribe, se dibujan círculos y puntos por los aires, no se habla, se escupe y a veces incluso se canta. Desde el primer día se diferenciaron tres grupos claramente. Están los alemanes que dominan en su totalidad el arte de la saliva focalizada, perecen haber estado toda su vida entrenando semejante ejercicio. Luego los escuchas entre ellos y comprendes su éxito. Hay un segundo grupo al que pertenecen holandeses, franceses, suizos y demás países. Estos no terminan de apuntar bien, pero su trayectoria se queda bastante cerca de alcanzar algo grande. Y por último estoy yo, que no se si ducharme en el intento o tragármelo todo. Tal vez no importen unas cuantas gotas más, de todos modos aquí siempre llueve y siempre me mojo. Hasta mañana amigos.

domingo, 10 de agosto de 2008

Primera semana en Suecia


El despertador sonó a eso de las 8 de la mañana. No importa, llevaba desde las 6 con el ojo entornado porque aquí a las 4 ya clarea y no existen persianas. Abrí la nevera y me preparé un desayuno ligero, leche con galletas, lo de siempre. El resto del día no estaba escrito. Un largo paseo a pie hasta la universidad, una clase de 6 horas de sueco, conocer a gente con gran dominio de inglés, comida basura, siesta con suerte, y de compras toda la tarde. Esto con un profundo silencio, queriendo decirlo todo pero sin saber cómo, recogiendo alguna palabra suelta entre la jauría de sonidos que no cesaban en mis tímpanos. La noche fue otra cosa. A pesar de estar extenuado hice el esfuerzo de integrarme con mis nuevos compañeros. Me di una buena ducha, me arreglé y fuimos al pueblo. A lo habitual, beber cerveza porque algo más fuerte es un lujo, a encerrarnos en banda española hasta pillar el puntillo para hablarle a las suecas y a entrar en esta dinámica, tan extraña y tan difícil. Regresé demasiado tarde. Amanecía de nuevo. En mi móvil español algún mensaje. No pude resistir y contesté. Tan solo una semana en Suecia y ya empiezo a darme cuenta de lo mucho que dejo atrás y de lo mucho que tengo delante. Me pregunto en qué punto estoy. Si es el principio de una historia o el final de otras muchas, o si sencillamente sigo a la deriva. Es domingo, "monotonía de lluvia tras los cristales". Hasta mañana amigos.

sábado, 2 de agosto de 2008

La próxima vez, en Linköping


Son mis últimas palabras desde España. Por mí circula una tremenda expectación. No se qué voy a encontrarme por aquellas tierras, seguro que todo será en beneficio. Me resta un día movido. Saldremos de Lorca dirección Alicante a las 15:00 para coger el avión hasta Estocolmo a las 19:15. Una vez allí supongo que nos haremos con un tren a Linköping. Ni idea de horarios. No me preguntéis, ya se verá. A esto tenemos que sumarle algo que esta exterminándome. Las lloronas despedidas que empiezan a instalar en mi cabeza un dolor punzante, y que he llegado esta mañana a mi casa después de toda la noche. Imaginaos el resto. Nos vemos pronto. Sois muy grandes, todos. Desde la más absoluta incertidumbre. Hasta Suecia amigos.