sábado, 12 de abril de 2008

Getafe, inesperada pasión


Nunca fui un entusiasta del fútbol, es más, no comprendía por qué esa euforia y por qué esa psicosis por todo lo que oliese a balón, por esos partidos de largos 90 minutos. Pero lo que viví el jueves bien merece la pena y ya queda registrado en mi memoria como una marca imborrable. Para mi Getafe era una ciudad al sur de Madrid con un equipo que estaba dando guerra por Europa, no tenía mayor idea, ni siquiera sabía que el pasado jueves se jugaba el pase a las semifinales de la copa de la UEFA. Sin intenciones, casi por casualidad, me dirigí a la sala de televisión para mandar a tomar viento los apuntes de esa cosa tan horrorosa que se llama carrera. El panorama era un mosaico de rostros comprimidos, conteniendo el aliento, y suplicando al marchar de las agujas que no se hiciese demasiado dura la noche. Decidí quedarme...y me enamoré del futbol y sus goles, de lo humilde, de lo minúsculo, de los pasos de gigante. Al silbato se implantó un silencio seco, nadie opinaba, todo estaba dicho. Me encerré en mi cuarto y contuve la rabia por lo que debería haber sido, por lo que fue. Vencida la noche seguía persiguiéndome el fantasma del Bayern, dormí mal y al día siguiente nada salió bien. Me pregusto que he estado haciendo hasta este momento y cuántas noches de insomnio me he perdido. Espero llegar a tiempo a este espectáculo enorme. Hasta mañana amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

los físicos locos deberían actualizar de vez en cuando sus blogs...