El fenómeno olímpico es un evento que sobrepasa las barreras deportivas llegando a los límites de la filantropía. La competencia extrema entre humanos, el fin del esfuerzo corporal por la gloria mundial, el cuerpo a cuerpo en definitiva, no tiene un trasfondo hiriente y no está en el camino del exterminio del oponente. Hablamos de hermandad, de un juego sano, de la deportividad sin condiciones. Y para ir por ese camino hay que empezar por la base, por el COI. Nos estan bombardeando con imágenes de la llama olímpica boicoteada por su paso por Europa y Norteamérica. Comprensible si estudiamos el estado Chino, su represión, su carácter denigrante y vejatorio, sus formas ancestrales. Hay que condenar esto y la respuesta a nivel mundial está siendo la esperada pero llega tarde. Las condiciones que presenta China existen ahora, por supuesto, pero también existían hace ocho años y nadie se pronunciaba entonces. El gran error de esta aberración la tiene el propio organismo por concederle la oportunidad de albergar estos juegos. Me detengo ante estas imágenes violentas, innecesarias, y lamento la forma en que ha crecido este gigante, este país amo del mundo, y cómo se le ha permitido el último de los pasos requisito de la soberanía. Muy triste. Hasta mañana amigos.
jueves, 10 de abril de 2008
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