"Regala vida". Con este eslogan nos encontramos en ciertas campañas de donación de sangre y a pesar de su cursilería superlativa es sumamente cierta. Cuando llevo toda una semana pasando por encima de estas camillas de defenestrados cuerpos inmóviles, lo mínimo que se clava en mi conciencia es una estaca de humanidad. Lo he dejado para el último día pero lo he hecho y me siento orgulloso. No pretendo remover sesos sedimentados, solamente expongo lo que considero correcto para mí sin que esto esté dotado de un término absoluto.
La experiencia puede ser gratificande. Me he encontrado con un tipo de enormes maneras y mientras me hablaba de sus impresiones con las mujeres ha hundido el metal en el recoveco de mi brazo capturando una vena hinchada. El resto ha sido un manantial de sangre, un confuso líquido caliente que fuera mío. Esa infusión de impresiones ahora marcha hacia otro cuerpo más necesitado. Espero que allí siga disfrutando tanto como lo ha hecho aquí. De las pantallas de cine, de los buenos libros, del deporte, de mujeres y amigos. Se que no hablará con los mismas gentes, nunca se sabe, pero que sepan, los futuros receptores, que en ocasiones es una tormenta de rojo portento aunque no se verá desparramada en una causa injusta. Con las mejores intenciones. Hasta mañana amigos.
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