sábado, 2 de mayo de 2009

Uppsala






Ocurrió mucho antes de conocer Linköping. Cuando me decidí por este año solía tirar dardos al mapa de Suecia. El metal siempre atravesaba Uppsala. Uppsala posee la universidad más antigua de escandinavia y es la tierra de Igmar Bergman. Fue decepcionante no poder vivir allí y se convirtió en una obligación. Quizá no fuese la mejor fecha para venir la víspera del 1 de Mayo. Sobre una reciente primavera algo más que todo el pueblo devastó las calles para enterrar el invierno en la Noche de Walpurgis. El alcohol y la perversión acabó con esta tradición hace demasiado tiempo según algún resentido del lugar. Entre los jardines poblados por jóvenes embaucados y el amasijo de desechos aun la ciudad inquebrantable de siempre, paciente, silenciosa. Miramos arriba, a esas torres protectoras del legado vikingo, seguimos el curso del río dejando a cada lado rincones espejos de otra Suecia, irrumpimos en las habitaciones de la universidad sepultados por el misterio de sus siglos, y llegó la noche. Nos abrazamos a la luz de una farola, nos bebimos las palabras y el licor de sus ideas, fuimos otros con sus pasos. Después vino la oscuridad con todas sus esquinas. El cementerio y la vuelta. Bergman.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se va acercando la fecha de tu vuelta a España y la melancolía se está apoderando de ti.P.A.C

Julito "El Gatopardo" dijo...

Lo llevo fatal. Cerrar capítulos me decepciona. Se me muere la gente.

Anónimo dijo...

Aprovecho este oscuro rincón para hacer una reflexión.

¡Cuán fácil y cuán difícil es el inglés! Sin embargo, cuando el españolito común se enfrenta a aprender un nuevo idioma no es el idioma en sí el único inconveniente. Yo iría más allá, quizás la dificultad de las nuevas estructuras y los matices en pronunciación se vean eclipsados por nuestras dificultades para con nosotros mismos, nuestros miedos: al temido ridículo, a no cumplir con las expectativas, a sentirse incomprendidos, a la soledad.
Aunque siempre hay bazas en la vida que nos ayudan a vencernos. Un día coge uno las maletas y emprende el camino a quien sabe donde con tal de darse un empujón a una mismo. Aquí ya no se entiende nada. Aún así uno se hace el remolón y vuelve por sus orígenes. Menos mal que en todos sitios hay españoles -suspiros-. Guetos.

Finalmente, y cuando ya parece imposible, unas gafas rotas se encuentran con una botella a medio terminar. Entonces sí fluye el inglés. Entonces uno se deja llevar y se vence a sí mismo. Entonces sí vence el inglés.

Yo creo que lo hemos conseguido, pero hay que ir más a UPPSALA.

Julito "El Gatopardo" dijo...

No fueron unas gafas rotas, ni una botella a medias, no fue el inglés ni el español. Fue Argentina, Santiago y la cleptomanía.
No quiero volver a Uppsala, quiero recordarla tal y como la vi amanecer.