lunes, 18 de mayo de 2009

Desfile



No se vieron así las calles de Linköping antes. Plazas transitadas, corrillos de jóvenes cantores, conversaciones ahogadas en la cerveza de alguna terraza, y una tremenda expectación en las filas ordenadas de las aceras. Los estudiantes tomaron las avenidas a modo de charanga y pandereta. Ataviados con harapos desfilaron en camiones unas veces, otras a patita interpretando algún baile cercano al bodrio estético, algunos se atrevieron con sus voces demostrando que cualquiera puede coger un micro, y por supuesto no faltaron las señoritas al trote de bandas de viento y percusión. Se asemejaba aquello a las puestas en escena de los americanos los 4 de Julio, pero los espectadores no ondeaban pasiones, permanecían exhaustos, bobos. Los universitarios pretendieron algo parecido a un carnaval, aunque se olvidaron del ritmo y de la simpatía. La gracia es una cuestión altamente genética. En cualquier caso fue un alivio ver a los tipos de siempre, esos que no saludan, los que viven sometidos a la cuadrícula de un horario, los mismos a los que no he visto reír, convertidos en seres humanos. Humanos durante un instante. A la mañana siguiente las calles de Linköping volvieron a su normalidad.

1 comentario:

Long Drong dijo...

no sé si será genético, pero... qué poca gracia tienen estos suecos!