A un km y medio de mi casa se expande un bosque embrutecido, sin tregua para el espacio, en el que nace un estrecho camino de virutas de madera donde muy a menudo voy a correr. Se te inundan los pulmones de un oxígeno puro, hasta vicioso, al tiempo que tus piernas suben y bajan por un recorrido impoluto. Aquello es un fenómeno social, encuentras de todo, ancianas con bastones a buen ritmo, niños chicos en carricoche, atletas haciendo series, abuelos con sus perros y jóvenes en bicicleta. Cuando crees que no existe nada más allá de este paraíso encuentras unos campos de césped y ves a lo lejos como se disputa un partido de fútbol. Entonces recuerdas a tu gente, con lo que ellos aman este deporte pasarían aquí más de una tarde, aquí, en mitad de esta selva. Me detengo para tomar aire, la última cuesta me ha dejado tocado, y me percato que los monigotes borrosos sobre el terreno de juego son niñas, tendrán unos 20 años así que ya están formadas. Hace un mes, si veía a una tía darle patadas a un balón era algo insólito y por supuesto su integridad moral corría un serio peligro. No ahora, en este país ellas son las amas de la pelota, las encuentras por todas partes, en la universidad, en el bosque, a orillas de la carretera y todo en césped. Ya me he recuperado. Echo un último vistazo, para mí son las auténticas hadas de este cuento de gnomos y dragones. Prosigo mi carrera. Hasta mañana amigos.
domingo, 24 de agosto de 2008
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1 comentario:
what happened to the other one?
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