viernes, 22 de febrero de 2008

Toro Salvaje


Escuché a Imanol Arias en una entrevista hace casi una década responder sobre lo que sería capaz de hacer por un personaje. No recuerdo sus palabras exactas pero venía a decir que todo excepto lo que había hecho Robert De Niro en Toro Salvaje, que aquello era jugar con la integridad moral y física de una persona, un juego peligroso. Había oído hablar del título a mis mayores pero esa noche comenzó mi obsesión por esta cinta.
Ha transcurrido mi adolescencia entre cada puñetazo de La Motta. Cada pelea tiene una atmósfera diferente diseñada según el momento personal de este toro, "El Toro del Bronx", a través de una cámara con gancho metida en en su propio puño, siempre por una cabeza brillante, la de Scorsese. Es sorprendente que a Martin no le gustase el boxeo y que filmara los mejores minutos sobre un ring que ha dado la historia del cine. Pero no es solo una colección de combates. Nos enfrentamos a la decadencia, al desplome de un tipo que nació con graves problemas mentales, con el boxeo como única via de escape para verse golpeado por su propio guante, el olvido. Y esto se adivina desde la primera secuencia con un monstruo en un camerino.

Algo tiene De Niro con Marlon Brando. Ya tuvo el difícil papel, el más duro de su carrera, en El Padrino II, cuando tuvo que convencernos con los comienzos de un Vito Corleone afamado por una definición intratable de Brando. Y lo hizo, y vimos en el joven De Niro a un joven Brando y convirtió su aportación a la trilogía de Coppola en lo mejor de la colección. En toro Salvaje sigue esta receta. Cuando se mira ante el espejo, con un rostro desfigurado, un cuerpo seboso y comienza un discurso que se desmorona entre nubarrones de tabaco no se si se trata de un podrido ser, Jack La Motta en "Toro Salvaje", o un joven traicionado, Terry Malloy en "La ley del silencio". Mañana con El País por 10 € podeis comprar esta joya. Hasta mañana amigos.

2 comentarios:

AML dijo...

VIRIDIANA...trakatrá...

Julito "El Gatopardo" dijo...

Limitese a disfrutar Señor Martínez, no se asuste por el tamaño.