miércoles, 11 de febrero de 2009

Lago Berg


Ya fuimos al Lago Berg cuando comenzó todo esto. Nuestras bicis tan solo contaban con unos días y la necesidad por descubrir la zona nos llevó hasta un picnic a orillas del charco. Algunos nos bañamos. A mi se me encogió todo, sentí que me quedaba sin nada, tan solo con una respiración entrecortada. Aquello fue en Agosto y no ayer como parece. Esta vez aparcamos las bicis, cogimos abrigo, una mochila y comenzamos a andar. Apenas miramos el mapa. Decidimos seguir la senda que bordea el río, otras veces nos inventamos el camino, atravesamos cultivos helados, aplastamos riachuelos congelados con la temeridad de un paso en falso, llegamos a poblados diminutos, nos equivocamos de salida y descansamos a los pies de un embarcadero golpeado por el invierno. Cuando llegamos al lago todo era silencio, todo sobre un fondo blanco cansado de recibir la misma nieve. De regreso oscurecía, el cielo mostró las heridas de una muerte de media tarde, terminamos subidos a un autobús aplacados por la exigencia de la mañana. La gran masa sólida apretaba los dientes para ahuyentar el frío de su costado. La primavera volverá, volverán las aguas a fluir. No habrá dolor para el lago entonces, pero nuestro final estará muy cerca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

desde luego te puedes sentir un ser privilegiado con todas estas vivencias que estas llevando a cabo.

Julito "El Gatopardo" dijo...

La verdad es que está siendo un año muy movido. Pronto vendrá la calma y tendré menos cosas de las que hablar.